El cabello sufre con el calor. Las altas temperaturas deshidratan la fibra capilar, y la keratina del pelo se fragiliza y termina por romperse. También pierde brillo -el calor hace más poroso el pelo y los poros atrapan la luz en vez de reflejarla-. Y como en una reacción en cadena, esta porosidad a su vez provoca que las cutículas se abran. Por si fuera poco, "el crecimiento del cabello se ralentiza con el calor y sufre caída por rotura. A todo esto, Si te tiñes, hay que sumar la degradación del color". Adolfo Remartínez, creador de Nuggela & Sulé. Conclusión: la cabeza (pelo y cuero cabelludo) también debe protegerse del sol.