Trabajo, vida social y entretenimiento están ligados a los dispositivos. No todo el uso de teléfonos inteligentes es malo, por supuesto. A veces, los celulares “nos hacen más felices, enriquecidos y nos conectan con otras personas”, señala Adam Alter, profesor de marketing y psicología. Pero muchas personas quieren dejar cierta dependencia, y los expertos dicen que hay formas efectivas de hacerlo.
El uso excesivo de teléfonos inteligentes puede manifestarse de muchas maneras. Tal vez sea común que la persona se quede despierta hasta tarde desplazándose por Instagram o TikTok. O el encanto de “estar al día” hace que sea difícil estar completamente presente en el trabajo o atento a los que nos rodean.
El uso excesivo del celular o de la pantalla no se reconoce oficialmente como una adicción, pero “hay un número creciente de especialistas en salud mental que reconocen que las personas pueden volverse adictas a sus teléfonos inteligentes”, revela Anna Lembke, experta en adicciones y profesora de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad de Stanford.
La experta Lembke señaló que una adicción se define en parte por las tres C:
- Control: usar una sustancia o realizar un comportamiento (como el juego) de maneras que se considerarían fuera de control o más frecuentes de lo previsto.
- Compulsión: estar intensamente preocupado mentalmente y usar una sustancia (o realizar un comportamiento) automáticamente, sin decidir activamente hacerlo.
- Consecuencias: uso continuado a pesar de las consecuencias sociales, físicas y mentales negativas.
Alter, por otro lado, no considera el uso excesivo de teléfonos inteligentes o pantallas como una verdadera adicción, y tanto él como la profesora Lembke señalaron que existe un desacuerdo dentro de la comunidad de salud sobre esto. “No creo que se eleve al nivel de una adicción médica”, plantea Alter. “Para mí, es más una enfermedad cultural que otra cosa”.
Ayuno de pantallas, una práctica para dejar de lado el celular
Un enfoque que la profesora Lembke encontró que es altamente efectivo en su práctica clínica es evitar por completo el uso de todas las pantallas, no solo teléfonos, desde un día hasta un mes. Esta estrategia no se ha estudiado formalmente en pacientes con uso excesivo de pruebas en particular, dijo, pero la evidencia de su uso con otros tipos de adicciones, como el alcoholismo, sugiere que puede ser efectiva.
El tiempo que decida ayunar dependerá de su nivel de uso, dijo Lembke. La persona promedio puede comenzar con un ayuno de 24 horas, por ejemplo, mientras que alguien con un caso más grave de uso excesivo de la pantalla puede querer evitar las pantallas por más tiempo. Por supuesto, un verdadero ayuno puede no ser práctico para muchas personas, ya sea por razones laborales o personales, pero el objetivo es acercarse lo más posible a la evitación completa.
La especialista advirtió que muchas personas, incluso aquellas con un uso excesivo de pantalla más leve, pueden notar síntomas de abstinencia inicialmente, como irritabilidad o insomnio, pero que con el tiempo comenzarán a sentirse mejor.
En sus 25 años de ver pacientes, la experta Lembke ha notado que al final de un mes de ayuno, la mayoría de sus pacientes generalmente “reporta menos ansiedad, menos depresión, duerme mejor, tiene más energía, hace más cosas, además de poder mirar hacia atrás y ver de una manera más clara exactamente cómo el uso de la pantalla estaba afectando sus vidas”, remarca. Los que ayunan durante menos de un mes seguirán viendo beneficios, dijo, aunque lo más probable es que los beneficios no sean tan dramáticos.
Luego de abstenerse de las pantallas durante un período, recomendó a las personas reflexionar sobre cómo se plantea la relación con los dispositivos en el futuro.