El objetivo es impedir que las bacterias patógenas y dañinas para nuestra salud crezcan y se desarrollen; así como también actuar de manera favorable en patologías inmunológicas y digestivas.
Los probióticos hacen bien. Algo nos suena de oirlo en publicidades o leerlo en packaging de yogures. Ahora están en auge con el revival de los fermentados y los preparados tipo kéfir, kimchi o té de kombucha. ¿Lo nuevo? Trascendieron la cocina y también están con cremas antiage. Son el último grito y queremos saber todo sobre ellos.
¿Qué son los probióticos?
Nuestro organismo está constituido por una microflora o microbiota normal, que es un conjunto de microorganismos que se localizan normalmente a nivel intestinal, pero también en los diferentes sistemas. Esta microbiota es muy importante, pero muy vulnerable al tipo de alimentación, el estrés crónico, a determinadas patologías y al consumo de fármacos. Para evitar su desbalance y la consecuente alteración de la microflora, existen los probióticos, unos microorganismos vivos adicionados no patógenos que tienen efectos beneficiosos para la salud cuando son incorporados en cantidades adecuadas.
Su objetivo es impedir que las bacterias patógenas y dañinas para nuestra salud crezcan y se desarrollen; así como también actuar de manera favorable en patologías inmunológicas y digestivas como estreñimiento, diarrea infecciosa y diarrea asociada a antibióticos.
¿Cuáles son sus beneficios para la salud?
Facilitan la digestión y la absorción de nutrientes, fortalecen el sistema inmunológico (es decir, las defensas) y tienen un efecto beneficioso en pacientes con intolerancia a la lactosa.
Juegan un rol importante en la prevención del cáncer de colon y en reducir los síntomas del autismo.
Actúan positivamente en pacientes con enfermedades intestinales crónicas y patologías cardiovasculares y en la disminución del colesterol LDL o "malo".
Se supone que infieren en el peso y en la diabetes tipo 2 generando la modificación de la glucemia en ayunas y en la hemoglobina A1C (una prueba de sangre que suele utilizarse para estimar los niveles promedio de glucosa de los últimos 3 meses).
¿Para qué sirven en cosmética?
Ahora, el boom llegó a la cosmética y se utilizan tanto pro como prebióticos. Mientras que los primeros contienen microorganismos vivos, los prebióticos son el alimento de la flora bacteriana de la piel y, por ende, son imprescindibles para la regeneración de la barrera cutánea y de defensa, por lo cual protegen de la agresión de elementos patógenos.
Lo concreto es que ambos tienen mucho para ofrecer al cuidado de la piel y, por ende, la cosmética que combina los probióticos y los prebióticos es sumamente beneficiosa para la dermis porque compensa su pH y regula sus mecanismos de defensa.
Se usan para el tratamiento del acné, la reducción de los síntomas de envejecimiento y la producción de sustancias como el colágeno o el ácido hialurónico. Además, mejoran la calidad de las pieles estresadas y activan la formación de melanina. Expertas de FINE, una compañía joven orientada al futuro de la medicina estética, nos apuntan las principales ventajas de los probióticos:
La piel rosácea: el microbioma intestinal incide en la respuesta cutánea inflamatoria y hay asociaciones con el crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado y la infección por Helicobacter pylori. El aporte de probióticos que controlen el helicobacter y disminuyan la inflamación proponen un gran avance para el control de esta afección.
Alergias y eczemas: si bien la dermatitis atópica se considera un trastorno de la piel, también se cree que el microbioma intestinal desempeña un papel en la patogénesis de la enfermedad. Las dermatitis y eczemas del adulto pueden responder mejor al tratamiento cuando existe una diversidad bacteriana intestinal y se elimina la disbiosis.
Arrugas y el envejecimiento cutáneo: el probiótico Lactobacillus plantarum mejora la hidratación de la piel y tiene efectos anti-fotoenvejecimiento. Un estudio científico hizo una evaluación con un placebo durante 12 semanas para determinar si el probiótico producía cambios en el envejecimiento de la piel. Se reflejó una pérdida de agua transepidérmica menor con una reducción significativa en la profundidad de las arrugas a las 12 semanas, el brillo de la piel mejoró significativamente y la elasticidad de la piel mejoró un 15% después de 4 semanas y más de un 20% a las 12 semanas. Esto confirma que Lactobacillus plantarum puede ser considerado un nutricosmético con efectos relevantes y visibles en el corto plazo.
En conclusión, expertas señalan que los probióticos no sólo son una forma natural de fortalecer las defensas frente a enfermedades ya que mejoran la función inmunitaria, digestiva y respiratoria, sino que inciden también en la mejora de la estética y el bienestar, es por eso que su consumo aumentó con fuerza en la pospandemia en la cual el cuidado del bienestar pasó a ser una prioridad en varios sentidos.
Comé probióticos
A través de la ingesta de fermentados (abajo te compartimos los principales productos) se pueden lograr no solo los beneficios de los que hablamos más arriba, sino también una dieta equilibrada. Sin embargo, la clave no está solamente en introducirlos a través de los alimentos, sino también en no matarlos con el abuso de antibióticos y alimentos ultraprocesados.
Miso: este fermentado oriental es rico en probióticos. Se utiliza como regulador digestivo generalmente en sopas, ensaladas, verduras y salsas. Tiene efecto anticancerígeno.
Masa madre: actúa a nivel del sistema digestivo y es de bajo índice glucémico, con lo cual es beneficioso en pacientes diabéticos. Además, genera saciedad.
Tempeh: es un grano fermentado rico en probióticos. Hecho con granos de soja, tiene alto contenido proteico. Podemos encontrarlo en forma de rollos y puede ser natural o ahumado. Es fuente de vitamina B12 y puede ser utilizado en salteados o en ensaladas o ser horneado.
Té de Kombucha: mejora la digestión, regula el tránsito intestinal, fortalece el sistema inmune, es antialérgico, reduce los síntomas de la candidiasis, regula la tensión arterial y disminuye la inflamación articular, sobre todo en pacientes con artritis. Está contraindicado en mujeres embarazadas, lactantes y pacientes que tienen problemas de cándida.
Kimchi: es una forma asiática del col en vinagre, es un col fermentado muy picante y agrio que reduce la tensión arterial y favorece el sistema inmune.
Chucrut: hecho de col fermentada, actúa a nivel del sistema inmunitario y digestivo. Es antialérgico y posee altas cantidades de vitaminas A, B1, B2 y C y minerales como el hierro, calcio, fósforo y magnesio.
Kéfir: es la combinación de leche de cabra y granos fermentados, contiene lactobacilos y bacterias bífidus y es rico en antioxidantes. Tiene efecto hipocolesterolemiante, antialérgico, antiinflamatorio, antimicrobiano, antifúngico y antitumoral. Suele ser muy importante en las úlceras de estómago ya que inhibe la proliferación de Helicobacter pylori.
Yogur: compuesto por lactobacilos o acidophilus, previene el estreñimiento, la diarrea, la intolerancia a la lactosa e incluso el cáncer de colon. Además, reduce el riesgo de diabetes tipo 2, de cáncer colorrectal, previene la osteoporosis, fortalece el sistema inmune, disminuye la presión arterial y tiene efecto cardioprotector. La leche de cabra y el queso son altos en probióticos y tienen mejor digestibilidad y menor alergenicidad que la leche de vaca.
Expertas consultadas: Dra. Vanesa Boragno, médica nutricionista; Dra. Florencia Leinado, médica de familia y Dra. María Rolandi Ortiz, especialista dermocosmiatra, cirujana, directora de Ro Medical Art.