Las experiencias tóxicas que se viven de niño pueden derivar, de adulto, en un apego evitativo que impide crear relaciones duraderas y vínculos estrechos en la pareja. Silvia Congost, nuestra 'jefa psico', aporta su punto de vista.
El apego es la forma en la que los seres humanos nos vinculamos unos a otros. Queda determinado en la infancia a partir del nivel de cuidados, protección y atención que recibamos de nuestros padres o de nuestros cuidadores más importantes.
Sabemos que los primeros años de vida son determinantes para los seres humanos. Allí se va configurando nuestra personalidad, nuestra forma de ser y la manera en la que vamos a relacionarnos con aquellos que formarán parte de nuestro círculo, el día de mañana. Por ello, lo que ocurra durante esta temprana edad en la que todo nuestro sistema de análisis y vinculación con el mundo se va construyendo, es esencial.
Es esencial que el niño sienta que sus padres son su 'entorno seguro', que junto a ellos “está a salvo”, que ahí es dónde encuentra el verdadero amor, la protección y la seguridad. Junto a ellos es donde hay paz y donde se puede relajar. Pero, ¿qué ocurre cuando un niño vive en un entorno en el que sus padres son claramente tóxicos?
Ejemplos de entornos no seguros
Tu madre tiene una enfermedad mental y no te cuida o no te atiende. Lloras y no te hace ningún caso, te haces tus necesidades encima y no te limpia ni te cambia. Se encierra en su habitación y ni siquiera te vigila. Desde tu mente de niño, es como si no le importaras.Tu padre tiene un alcoholismo y cada vez que llega a casa, por mucho que te esfuerces en querer gustarle y que te reconozca, te insulta y te denigra, te tira al suelo o incluso te pega por cualquier cosa absurda que no logras entender.Tus padres te castigan de una totalmente desproporcionada cuando haces algo que no les gusta (aunque sea algo normal en un niño), te dejan un día sin comer, te obligan a comerte lo que has vomitado, etc.Tu padre abusa de ti…
Cuando un niño siente que ese entorno que teóricamente debería ser su zona de seguridad y protección, es en realidad el más peligroso, cuando llega a la conclusión de que el mundo es un lugar hostil, activa la evitación emocional como forma de protegerse. Es decir, cuando empieza a sentir que en su vida de adulto se crea una relación o el vínculo se va estrechando, se activa en su cerebro una alarma que le advierte de que debe protegerse. La asociación que tiene en su mente es que “si confías y te entregas, sufrirás, lo pasarás mal, te harán daño” y por ello, es mejor quedarte siempre a cierta distancia.
¿Qué ocurre en las relaciones de pareja?
Aquellos que sufren de apego evitativo tienen muchas dificultades para crear vínculos estrechos y construir relaciones duraderas y fuertes de verdad. Son personas que acaban apartándose, huyendo o desapareciendo sin más. Es un impulso que apenas pueden controlar. Empiezan a sentirse mal, a sentir agobio, que no tienen suficiente espacio, que si se implican más y dejan al otro que se acerque más no tendrán margen de maniobra y entonces su cerebro pone en marcha el protocolo de huida. Puede parecer que tienen miedo al compromiso y que van saltando de relación en relación o que no les importa nadie pero en realidad es una incapacidad interna que no saben cómo gestionar y que, en la mayoría de casos, ni siquiera entienden.
¿Qué hacer con el apego evitativo en la pareja?
Es muy importante que si alguien detecta que crea un tipo de apego evitativo con sus parejas, pida ayuda profesional para cambiarlo. Para los seres humanos, ser capaces de crear un apego seguro entre nosotros es esencial para nuestra supervivencia y para conseguir ser felices de verdad.
Cuando uno hace un proceso terapéutico para analizar y cambiar su forma de vincularse, es cuando entiende por qué ha estado evitando siempre ese acercamiento y que ya no tiene la necesidad de seguir haciéndolo. Que ahora ya no es ese niño indefenso si no un adulto capaz de hacer frente a las decepciones y conductas dañinas de los demás, pero también confiando en que muchas personas son buenas y de darles un poco más de espacio, seguro que nos lo van a demostrar. Y sin duda, cuando uno aprende a vincularse de forma sana y confiada, es cuando suceden las cosas más bonitas de nuestra historia vital.