La reducción del ritmo de la escalada inflacionaria llevó a algunos optimistas a plantear que incluso podría llegar a darse un escenario de deflación en los próximos meses, pero las condiciones para que esto se produzca no estarían nada claras en el horizonte argentino.
En primer lugar, cabe aclarar que la deflación es un descenso generalizado de los niveles de precios de todos los bienes y servicios, de forma sostenida en el tiempo. Es decir, para que la misma se produzca debería darse algo más que la mera disminución del ritmo de aumento que se vio hasta el momento.
Los últimos números que arrojó el Índice de Precios al Consumidor (IPC), que publica el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), incluso muestran que el rumbo descendente está lejos de consolidarse. La inflación de diciembre no bajó del 2,4% que se había registrado en noviembre, sino que volvió a marcar el mismo porcentaje de incremento que en octubre, 2,7%.
«Para que haya deflación, el proceso tiene que tener un nivel de agudización que por lo pronto no estoy viendo. Los antecedentes marcan que en el caso de (Alfredo) Martínez de Hoz no hubo e incluso fue al revés, el proceso inflacionario fue constante y creciente, y en los 90 recién apareció una pequeña deflación hacia finales de la convertibilidad, cuando ya la recesión llevaba casi dos años», repasó el economista de la Fundación Pueblos del Sur, Esteban Guida, en diálogo con Conclusión.
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Para Guida, además se tiene que tener en cuenta que los sectores monopolizados de la economía, que en este momento son muchos en la Argentina -como el de los servicios, la energía y demás-, siempre van a mantener un poder de mercado en lo que respecta a la fijación de los precios.
«Cuando los mercados se achican, estos grupos que tienen poder de fijación de precio compensan con subas. No se ven disciplinados por los bienes importados. Fíjense lo que pasó con el último dato del IPC, que dio inflación de 2,7% pero a los servicios aumentando un 4,4%. ¿Por qué vemos que las telecomunicaciones aumentan 5, 10 o 15%?¿Realmente tuvieron ese incremento de costos? La respuesta es que quien lo hace tiene el poder de obtener un beneficio, una ganancia, y me saca un poco de mi riqueza para quedársela», ejemplificó.
La carne cada vez más lejos del poder adquisitivo de la población.
Y acentuó: «Eso va a ocurrir, porque siempre ocurre, más allá de que el sector externo discipline a la producción nacional». Desde este punto de vista, la desinflación es un fenómeno prácticamente inalcanzable, al menos mientras persistan las condiciones nombradas.
Otra, no mencionada hasta el momento, está ligada a la sustentabilidad del tipo de cambio. El crawling peg bajaría al 1% de devaluación mensual a partir del 1° de febrero de este año, pero no está asegurado que eso se mantenga a largo plazo y también aparecen cada vez más pedidos para que el Gobierno devalúe, lo que -en caso de ejecutarse- llevaría a un nuevo ajuste de precios que se reflejaría en la inflación.
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«No podemos decir que el crawling peg va a ser así durante 10 años, porque todos estamos viendo que los sectores estratégicos del país se funden. El Fondo Monetario Internacional mismo está diciendo que el Gobierno tiene que devaluar. En algún momento -que no se sabe cuándo, pero se está respirando- el esquema cambiario tiene que modificarse», apuntó Guida.
«Ahí otra vez los precios necesariamente se van a tener que ajustar. Entonces, es muy difícil pensar en esta coyuntura que el modelo se va a consolidar para que de acá a un tiempo vaya a haber una deflación en el sistema general. Esto es más un debate teórico que una realidad. Hoy estamos en niveles de 2% o 3% y evidentemente la inflación se estancó ahí, no va a seguir bajando», concluyó.
Las estimaciones que reúne el índice REM (Relevamiento de Expectativas de Mercado), elaborado por el Banco Central, tampoco divisan un escenario de deflación, sino que mantienen las proyecciones de aumentos constantes.