Este martes se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en Estados Unidos. La contienda entre el republicano Donald Trump y la demócrata Kamala Harris, para ocupar el sillón de la Casa Blanca, se de en un contexto de violencia política y en una de las campañas más violentas de la historia de este país. Para evitar incidentes, centenares de equipos de seguridad, drones, francotiradores, cristales, chalecos antibalas y hasta un botón antipánico conectado con el número de emergencias se encargarán de velar por el correcto desarrollo de la jornada y permitir que todo el mundo pueda ejercer su derecho al voto, y donde las autoridades electorales afirmaron que «nunca se había visto antes».
Además, el Departamento de Justicia enviará observadores electorales a 86 jurisdicciones en 27 estados, entre ellos los considerados claves. Estos comicios serán los que cuenten con el mayor número de observadores federales de la historia.
Para evitar que se den protestas violentas, como ocurrió en 2020 contra las oficinas electorales de los condados, los estados, especialmente los más disputados, han destinado millones de dólares a los gobiernos locales para que refuercen su seguridad.
Es el caso de Maricopa, el condado más grande de Arizona, uno de los estados clave en estas elecciones, que después de que Trump afirmara falsamente que había ganado en las pasadas elecciones sufrió manifestaciones en sus oficinas.
El secretario de Estado de Arizona, Adrian Fontes, explicó en una rueda de prensa que se extremarán las precauciones y se reforzará la seguridad con drones, francotiradores en los tejados, detectores de metales y “barreras físicas” en las entradas de los centros.
“Hemos aceptado que el miedo a la violencia se ha convertido en algo común. Los funcionarios electorales de todo el país están diciendo que necesitan estas medidas para sentirse seguros”, aseguró Claire Woodall, exdirectora ejecutiva de la Comisión Electoral de Milwaukee (Wisconsin), en un encuentro con periodistas sobre la seguridad en estas presidenciales.
En otros condados del país los encargados de vigilar los centros de votación irán protegidos por chalecos antibalas y llevarán colgado del cuello un botón del pánico conectado con el número de emergencias.
“Nunca se había visto antes. La coordinación con las fuerzas locales es algo nuevo para los funcionarios electorales. Algunos también tendrán cerca una persona para asegurarse de que se sienten cómodos y seguros al entrar al centro de votación”, explicó Woodall.
Uno de los principales objetivos de esta coordinación entre fuerzas locales y funcionarios se ha centrado en entrenarlos ante posibles escenarios. Se han llevado a cabo simulacros de tiroteos y han aprendido a atrincherarse y a hacer torniquetes para saber cómo actuar en caso de que se produzca un episodio violento.
Además de los esfuerzos de las administraciones, otras organizaciones de la sociedad civil, preocupadas con el desarrollo de la jornada, también se han volcado al respecto.
Es el caso del Comité para unas Elecciones Seguras, una agrupación de expertos en administración electoral que ha creado unas guías de bolsillo con los puntos claves de las leyes electorales para cada estado, adaptadas a la legislación local, para agilizar la actuación de quienes velarán por la seguridad en los comicios ante posibles amenazas o intentos de intimidación.