Un muy interesante trabajo para saber cuántos proyectos de restauración ecológica hay en marcha en el país, fue desarrollado por la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba) y difundido por el portal bichosdecampo.com. La realización de ese mapa de situación fue impulsada por la degradación de muchos ambientes en Argentina, lo que dio lugar a distintas iniciativas de restauración que se multiplicaron por todo el territorio nacional.
En ese contexto, dos investigadoras de la citada Facultad se preguntaron ¿cuántas se encuentras todavía en marcha y sobre qué ecorregiones buscan incidir?.Y la respuesta fue que los primeros resultados arrojaron la existencia de más de 200 proyectos en marcha en todo el país, entre los que resalta el fuerte protagonismo de las comunidades locales y la concentración de las iniciativas cerca de las ciudades.
¿QUIÉNES SON LOS PARTICIPANTES
“Sabíamos que había muchos proyectos de restauración en distintas partes de la Argentina, pero no los teníamos todos juntos en un mismo lugar. Por eso, compartimos una encuesta para que respondan quienes participan en este tipo de iniciativas”, comentó Cecilia Molina, docente de Fertilidad y Fertilizantes (FAUBA).
Indicó también que se hizo para conocer cuántos proyectos de restauración ecológica hay, dónde están y su vínculo con las ecorregiones y con las zonas urbanas. También si surgieron desde la comunidad o desde instituciones gubernamentales o académicas.
Se aclaró en el trabajo que una de las primeras complejidades del proyecto giró en torno a la definición de restauración que guiaría todo el trabajo.
Sobre ese interrogante, Natalia Rodriguez, docente de Química Inorgánica y Analítica (FAUBA) y becaria doctoral del CONICET en el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, expresó que la definición más reconocida dice que es toda actividad que intenta acercar un ecosistema a su estado original de flora y fauna, estructura o funcionamiento.
“Pero esa definición suele contrastar con la realidad. Es difícil de aplicar en áreas urbanas o muy degradadas, y no siempre refleja la voluntad de la comunidad local”, consideró la investigadora. En este sentido, señaló: “Por este motivo, surgió el concepto de gradiente de actividades restaurativas. En un extremo está la restauración más ‘tradicional’, y en el otro están las actividades que buscan eliminar algún estrés sobre el ecosistema y recuperar alguna función, pero no necesariamente su composición o a su estructura original. Muchos de los proyectos que mapeamos se encuentran cerca de este último extremo del gradiente”.
GOBIERNOS/SOCIEDAD CIVIL
Otro foco de análisis contenido en el trabajo fue la distinción entre aquellos proyectos motorizados por instituciones gubernamentales y aquellos impulsados por la sociedad civil. Para ello arribaron a dos categorías: las primeras fueron consideradas como “de arriba hacia abajo”, y las segundas como “autogestionados”.
“Para nuestra sorpresa, vimos que casi el 40% de las iniciativas que registramos fueron autogestionadas. Hay muchas personas que se perciben restauradoras y ponen manos a la obra, no esperan el acompañamiento de las instituciones gubernamentales. El principal problema que señalan para realizar sus actividades es la falta de financiamiento. A pesar de eso, activan a pulmón”, detalló Rodríguez.
CONCENTRACIÓN DE INICIATIVAS
Respecto a la concentración de las iniciativas, la investigadora dio cuenta de que las ecorregiones Pampa, Chaco Seco y Espinal reúnen una gran cantidad de proyectos, sobre todo cerca de zonas urbanizadas como el AMBA y Córdoba, que en general son “autogestionadas”.
Por el contrario, en ecorregiones menos accesibles, ya sea por falta de caminos o por menor cercanía a las ciudades, hay menos proyectos y suelen requerir el apoyo de una institución estatal. En general, son “de arriba hacia abajo”.
“Somos muchas personas y redes interesadas en la naturaleza y llevamos adelante diversas actividades restaurativas en diferentes espacios. Desde vecinos que plantan especies nativas hasta ONG que buscan remediar la contaminación de algún sitio particular. Al conocer más detalles de los casos, quizás dentro de la red se puedan realizar recomendaciones alternativas a las técnicas de restauración que se están usando”, concluyó Molina.