Los rebeldes sirios declararon el derrocamiento del presidente Bashar al-Assad después de tomar el control de Damasco este domingo, obligándolo a huir y poniendo fin a décadas de gobierno de su familia después de más de 13 años de guerra civil en un momento sísmico para Oriente Medio.
Los rebeldes islamistas también asestaron un duro golpe a la influencia de Rusia e Irán en el corazón de la región, aliados clave que apoyaron a Assad durante períodos críticos del conflicto.
El 26 de noviembre, los rebeldes sirios lanzaron una ofensiva sorpresa, atacando desde zonas al norte y noroeste de Alepo. Invadieron la ciudad el 29 y 30 de noviembre, expulsando a las fuerzas gubernamentales.
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El ataque cambió las líneas de control que habían permanecido prácticamente congeladas desde 2020, después de que Assad recuperó la mayor parte del país de manos de los rebeldes, gracias a la ayuda del poder aéreo ruso y la ayuda militar de Irán y su red de grupos de milicias chiítas regionales.
Desde entonces, Siria ha permanecido dividida en zonas donde las potencias extranjeras tienen tropas sobre el terreno.
Según explica la agencia Reuters, Rusia e Irán tienen influencia sobre las zonas controladas por el gobierno, la mayor parte de Siria, mientras que Estados Unidos cuenta con fuerzas en el noreste y el este, en apoyo a las Fuerzas Democráticas Sirias lideradas por los kurdos. Turquía tiene tropas sobre el terreno en el noroeste, en poder de los rebeldes.
Por su parte, la cadena de televisión rusa RT comunicó este domingo que el Ministerio de Asuntos Exteriores de ese país indicó que sigue “con extrema preocupación los dramáticos acontecimientos en Siria”.
A la vez, la Cancillería rusa ratificó que, tras mantener conversaciones con la oposición, Bashar al Assad decidió “renunciar a la presidencia y abandonar el país, dando instrucciones para llevar a cabo una transferencia de poder de manera pacífica”.
Horas antes, los grupos armados sirios declararon la toma de Damasco y aseguraron que se hicieron con el poder en el país. Las milicias además apuntaron que el Gobierno de Bashar al Assad “cayó y él huyó del país dejando atrás un legado de destrucción y sufrimiento”.
Assad no habló en público en los últimos días, mientras se daba la escalada rebelde, y este domingo voló desde Damasco, junto a su esposa y sus dos hijos, a un destino desconocido, según indicaron a Reuters dos altos oficiales del ejército.
La coalición rebelde siria expresó este domingo que actualmente trabaja para terminar con la transferencia de poder a través de un órgano de gobierno de transición, con plenos poderes ejecutivos.
“La gran revolución siria ha pasado de la etapa de lucha para derrocar al régimen de Assad a la lucha para construir juntos una Siria que esté a la altura de los sacrificios de su pueblo”, agregaron en un comunicado del que se hace eco el medio antes citado.
El colapso del régimen gobernante se concretó tras un cambio en el equilibrio de poder en Oriente Medio, después de que muchos dirigentes del grupo libanés Hezbolá -apoyado por Irán y un eje central de la fuerza de Assad en el campo de batalla- fueran asesinados por Israel en los últimos dos meses. Rusia, el otro aliado clave de Assad, ha estado centrada en la guerra en Ucrania.