El paso del tiempo es inexorable, lamentablemente. Si se pudiera conservar los mejores instantes de la vida, congelarlos y atesorarlos permanentemente, sería ideal, pero perdería sentido lo único constante: el cambio. No obstante, ello no invalida los recuerdos, esos espacios en la memoria que están más allá de todo. A eso podrán aferrarse los fanáticos del tenis de cara a un legado que será imborrable.
Asistimos a los momentos finales de la que quizás haya sido la mejor generación que dio este deporte, esa que regaló partidazos inolvidables, varios títulos y récords que quedarán en la historia pero, sobre todo, han logrado despertar grandes emociones en el público, ese que fue privilegiado de vivenciar auténticas batallas entre estas leyendas.
Ya retirado el embleza suizo Roger Federer hace un par de años, esta última semana quien dio a conocer que dirá adiós a su pasión tras 20 años de carrera será el legendario Rafael Nadal, el rey del polvo de ladrillo y uno de los más grandes, quedando a cuestión de gustos personales el orden en que prefiera clasificárseles. El único sobreviviente, aún con un poco más de hilo en el carretel, es el serbio Novak Djokovic, un auténtico fuera de serie que supo adaptarse, convivir e incluso superar a los dos monstruos mencionados anteriormente, por lo menos en lo que a números refiera.
Los tres forman y formarán parte del olimpo histórico del tenis, dejando una huella indeleble que excede lo deportivo, abarcando valores como el respeto, la humildad, la grandeza, el espíritu competitivo y el enorme cariño que se tienen entre ellos, más allá de las rivalidades en la cancha. Todos unos competidores de lujo, pero sobre todo con enseñanzas que perdurarán al margen de los éxitos. Las cifras de cada uno de estos fenómenos están al alcance de un click y no es el objetivo volverse redundante con esto.
El propósito ahora es comenzar a hablar más de esta «pequeña» generación que viene asomando con mayor firmeza desde 2022 y ya sabe lo que es arrebatarle grandes conquistas a los extraterrestres anteriores. Nos referimos al español Carlos Alcaraz y al italiano Jannik Sinner, un dúo cuyo promedio de edad apenas alcanza los 23 años y esta temporada 2024 se alzó con los cuatro Grand Slam en disputa, además de cosechar Masters 1000, empezando a ganarse a los nuevos fanáticos, que encuentran en ambos jóvenes los principales representantes del recambio esperado.
Habiéndose quedado a mitad de camino la «transición» tan anunciada por años de los Alexander Zverev (ganador del oro olímpico con su país, un ATP Finals y dos veces finalista de grand slam, nada mal por cierto), Daniil Medveded (ganador del Us Open 2021 y el Torneo de Maestros, y tres veces finalista de un grande, para nada despreciable tampoco), Stefanos Tsitsipas (finalista de Roland Garros 2021), Dominic Thiem (ganador del Us Open 2020 y retirado por lesión en la muñeca) y con Holger Rune y Taylor Fritz todavía debiendo dar ese paso para terminar de asentarse, fueron Alcaraz y Sinner los que avanzaron varios casilleros y terminaron de dar el salto definitivo para instalarse en la elite, con una consistencia y regularidad superior a los antes mencionados.
«Carlitos», como lo conocen sus conocidos y círculo íntimo, ya cuenta en su haber con cuatro Grand Slams, cinco Masters 1000 y una medalla de plata olímpica, sumando 16 títulos a nivel ATP en total, con solo 21 años. Actual número 2 del mundo (supo ser 1 en 2022), el español no sólo es un jugador muy técnico, dotado de un amplio repertorio de golpes, quizás el mejor en este momento a nivel estético, sino que también combina su gran juego con un carisma encantador, que hace deleitar a los fans con jugadas impresionantes y también una personalidad ganadora. Da espectáculo en la cancha. Es de los preferidos a nivel mundial y estas razones lo explican.
Por su parte, el italiano dio un giro radical de rumbo desde finales del 2023, donde logró cambiar el chip y terminar de desarrollarse como alguien destinado a grandes cosas. Acumula 17 conquistas en general (este año consiguió siete, una animalada), entre ellos dos Grand Slam y cuatro Masters 1000, a los 23 años. Además de un tenis muy preciso, que combina pelotazos inalcanzables en velocidad y una fuerza de golpe de otro nivel, se puede decir que es en cuanto mentalidad es el más centrado, enfocado, equilibrado. Muestra de ello es el merecido primer puesto en el ránking ATP.
Tanto Sinner como Alcaraz, quienes se han enfrentado ya varias veces, con un historial parejo, forman parte de un dúo renovador, con diferentes estilos, que amenaza con dominar la siguiente era. Fuera del ello, se observa a simple vista que la rivalidad entre ellos es muy sana, motivándose ambos a dar su mejor versión para imponerse sobre el otro, como en su época lo hicieron Federer y Nadal, antes de la irrupción de Djokovic. Sin llegar a ser amigos, tienen un trato cordial dentro y fuera de la pista, y ello es loable.
Precisamente retormando al serbio, si acaso no pudo quedarse con torneos ATP (obtuvo lo único que le faltaba, los Juegos Olímpicos) fue por la consolidación de Sinner y Alcaraz, que acapararon la atención en los grandes torneos. Los dos le han ganado finales y partidos decisivos al último gran guitarrista de una banda inolvidable: ello se podría decir que fue el pasaje final, el boleto directo, rumbo a la disputa por la cima del planeta tenístico en los próximos años.
Los propios compañeros hablan de la actual y futura gran batalla en el tiempo venidero, superada la era de los tres gigantes. Una mezcla de madurez, solidez y consistencia, a pesar de la corta edad, que promete seguir regalando jornadas épicas por mucho tiempo. El recambio llegó, y para quedarse por rato.