Cuando un día como hoy, 9 de enero, en 1907, se iniciaba el proceso licitatorio para la construcción de lo que sería la Casa Matriz del Banco Municipal de Préstamos y Caja de Ahorro en la recién estrenada calle Sarmiento al 1300 (Ordenanza Nº 17 del 7 de septiembre de 1906), nadie imaginaba que semejante obra tendría un destino tan variopinto.
Ya en diciembre de 1906 la ordenanza 17 del Concejo había autorizado la construcción teniendo en cuenta el plano y pliego de condiciones realizado por el Departamento de Obras Públicas de la Municipalidad.
Todavía se llamaba Libertad esa calle en 1895 cuando la institución creada el 1º de febrero bajo la intendencia de Nicasio Vila autorizó la construcción del imponente edificio que en los últimos meses del año pasado fue denunciando como “aguantadero”.
¿Cómo arranca todo? Desde la solidaridad. Cuando Floduardo Grandoli, intendente municipal que como nos dijera Wladimir Mikilievich en su Diccionario tenía como lema “Servir a la ciudad”, redacta una nota en 1893 al concejo manifestando “la necesidad de contar con un montepío municipal que ofreciera una salida a las clases más necesitadas, evitando que cayeran en manos de la usura”.
Pero, ¿qué era un montepío? Acabamos de enterarnos y queremos compartirlo: “Depósito de dinero, formado ordinariamente de los descuentos hechos a los individuos de una corporación, o de otras contribuciones, para socorrer a sus viudas y huérfanos”.
Establecidos en la Nueva España por la Corona a partir de 1761, tenían como función asistir económicamente a los deudos directos de los empleados de la administración novohispana y fueron supervisados, en su funcionamiento y aplicación por la Real Hacienda. (Google dixit).
Loable propósito si lo hay y se promulgó la ordenanza con la “Carta Orgánica del Banco Municipal de Préstamos (Montepío) y Caja de Ahorros” conteniendo 25 artículos que cubrían el objetivo anunciado en la inauguración: “Prestar un importante servicio a la clase trabajadora, resguardándola de ser expoliada”.
Es muy bueno recordar, ya que hablamos de memoria, que en el Concejo de entonces se estableció un duro debate sobre el tema porque hubo quienes querían “conservar los fondos que se destinarían a la constitución del Banco para el pago de deudas contraídas con acreedores ingleses”. ¿Le suena haber leído algo parecido en estos días?
Juan Álvarez también lo confirma en su Historia de Rosario: “Se daba un duro golpe a los usureros que lucraban escandalosamente con el contrato de prenda”.
¡Grande, Grandoli! Ya no será lo mismo transitar su calle sin recordar esta patriada!
¿Vamos a otra calle? Fue Eudoro Díaz el concejal que, defendiendo la autonomía de la ciudad ayudó a decantar la votación por la creación del Banco que abrió sus puertas en San Juan 755/763 exactamente un año después de su carta orgánica, el 1º de febrero de 1896.
Hoy allí, se levantan tres grandes edificios de departamentos.
La cuestión que la licitación publicada en los periódicos más importantes de la ciudad durante 60 días y propuesta para abrir el 9 de marzo de 1907, a las 15, recibió una única oferta, la de el constructor Demetrio Bravo, que solía hacer publicidad en El Municipio de Deolindo Muñoz: “Demetrio Bravo se encarga de construir y refaccionar edificios, tanto en la ciudad como en la campaña. Se ocupa en dirigir y hacer cloacas domiciliarias”. La publicidad siempre fue efectiva y nos llevó a conocer a Juan M. Chichizola quien ofrecía y servía personalmente en su restaurante de calle Progreso (hoy Mitre) frente al Teatro Olimpo, mondongo a la andaluza, los sábados; bacalao a la vizcaína, los miércoles, y caracoles a la genovesa los jueves, trabajando con lleno total de lunes a lunes, en una ya progresista ciudad que no se hizo sola.
De todas maneras, la propuesta del único oferente derivada al departamento de Obras Públicas, fue rechazada por algún motivo por el Ejecutivo… Diría Rosa Río, “viene de nalga, la cosa”.
Nuevo proceso licitatorio y esta vez la obra -que hoy tiene alrededor de 3.600 metros cuadrados totalmente desaprovechados, hasta con cancha de básquet, gimnasio y piscina- logra realizarse, hasta inaugurarse en 1909 el local propio en Sarmiento 1352.
Allí funcionó como Banco de Empeño o Pignoraticio hasta 1980, año en el que el gobierno militar de Leopoldo Galtieri decide que el Ministerio de Defensa disponga allí de la sede del Comando del II Cuerpo de Ejército hasta 2007 que pasó a Economía y luego, otra vez a Defensa.
En 2016 se dijo que iba a ser asiento de Gendarmería y en el 2017 se habló de que sería sede regional del Ministerio de Desarrollo Social. Nada de eso pasó.
En 2019 hubo un anuncio que allí se alojaría un Centro Cultural abierto a la comunidad. Esto alegró por un tiempo a la ciudadanía, hasta diluirse entre otras noticias que captaban el interés de la población.
Hubo un tiempo en que la AfipP (Administración Federal de Ingresos Públicos) a la que no le quedó ni el nombre y ahora se convirtió en ARCA para el “nuevo pacto fiscal”, pensaba unificar allí las dos agencias de Cochabamba y Alvear en una sola. Otra vez ¡sapo! Sólo fue depósito de automóviles incautados.
En 2021 el entonces ministro de Defensa dijo que recuperaría la sede de la Primera División del Ejército Argentino que actualmente está en Curuzú Cuatiá (Corrientes) para traerla a Rosario. Ahora aparece en el texto el grillo con su cri cri.
Tres años atrás la provincia anunció con bombos y platillos, que el lugar sería sede del sistema acusatorio de la Justicia Federal, trabajando fundamentalmente en temas vinculados a investigaciones sobre narcodelito. “¿Qué pachó?”, diría un inocente infante.
En la firma del acta había autoridades del gobierno de la provincia, de la Agencia de Administración de Bienes del Estado, de la Corte Suprema de Justicia, de la Intendencia de Rosario y hasta diputados nacionales.
Ya que entramos en el Año Santo Jubilar y del Tricentenario del Rosario, que la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó al 2025 como Año Internacional de las Cooperativas, ¿no estaría siendo hora de darle a esta hermosa propiedad un destino que coopere con las necesidades de nuestra amada Rosario?
Ya lo dijo el francés Pierre Nora: «Los lugares de memoria nacen y viven del sentimiento de que no hay memoria espontánea, de que hay que crear archivos, mantener aniversarios, organizar celebraciones, pronunciar elogios fúnebres, labrar actas, porque esas operaciones no son naturales».