Por Daniel Caran
“Tenemos que aprender a escucharnos”, expresó una de las organizadoras del Encuentro para el Diálogo, donde participaron los candidatos en Capital organizado por entidades arquidiocesanas.
Sintetizó claramente el ideal de un espacio que debe cuidarse y consolidarse, dentro de una sociedad que aún cura sus heridas del pasado nefasto en el cuál opinar podía ser causal de muerte.
Es cierto, nos falta aprender.
Pero si a nosotros, ciudadanos comunes, aún nos restan algunas clases de convivencia y civismo, algunos de nuestros representantes están aplazados claramente, ya que demostraron –en algunos gestos- su absoluta incapacidad para respetar y admitir lo que dice el otro.
En particular dos concejales capitalinos (un hombre y una mujer) terminaron con muchos debes en el planteo ciudadano de debatir con coherencia, responsabilidad y compromiso.
Uno, que pretende (y seguramente lo conseguirá) seguir en el escaño, comenzó a faltarle el respeto a la gente llegando tarde, cuando ya todos estaban preparados para empezar la charla. Y siguió durante su alocución con actitudes soberbias y poco respetuosas, mostrándose siempre propicio para la confrontación.
Otra, al final, arremetió contra toda organización tomando un micrófono para decir a los gritos lo que le parecía, rompiendo toda norma protocolar sin siquiera formar parte de la mesa de disertantes. Esto motivó el visible enojo de su jefe político, que a los gritos tuvo que pedirle que se tranquilice.
¿Los nombres?. No hay necesidad de decirlos… todos lo saben.
Son los que aún están aplazados en la diaria lección de andar por la vida mostrando respeto. Llegará el momento de su castigo social.