Por Daniel Caran
Los últimos fenómenos climáticos en Corrientes desnudaron falencias estructurales graves que trascienden la mera crítica política.
Lo ocurrido en la avenida Jorge Romero es lo más gráfico y elocuente, pero no es el único lugar donde se debe poner la mira para empezar a investigar otras irregularidades en obras realizadas en los últimos tiempos.
La urgencia de los tiempos electorales, la necesidad de mostrar gestión, y la obligada circunstancia de dar respuestas a la gente en materia de infraestructura urbana, conlleva a hacer las cosas ‘a las apuradas’, sin medir las consecuencias.
Y ésta observación o crítica no apunta a una gestión en especial, ni a algún político en particular.
Vale si ajustar la mira porque hay cosas que está más que claro que ‘se hicieron a medias’.
Se repite: lo ocurrido en la avenida Romero es lo más contundente y observable, pero recorriendo el centro se puede observar claramente como se rompe el nuevo asfalto de muchas de las calles, o se puede percibir cómo cuesta que corra el agua en ciertos sectores justamente por el nuevo nivel que tiene ese asfalto colocado. Eso es en el centro.
En el barrio Colombia Granadero (La Vizcacha) se produjo un importante hundimiento en una obra que no tiene más de dos años. Y en ese mismo sector, por avenida Las Heras, se observan otros hundimientos, y la consabida inundación cada vez que llueve. Y el asfalto de Las Heras debe tener el mismo tiempo: ni dos años.
Por eso ésta observación no apunta a una gestión. Pretende llamar a la reflexión para saber cuáles son los parámetros que guían los planes de obras y sus tiempos.
Las urgencias parecen ir de la mano con la necesidad política, pero ir a las apuradas desnuda impericias y negligencias.