Por Marina Mero
El pasado viernes 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer bajo el lema “Financiar los derechos de las mujeres para acelerar la igualdad”. Por qué la transformación tecnológica de las instituciones financieras es un paso crucial para construir un ecosistema más inclusivo y equitativo.
¿Cómo lograr que las mujeres tengan más oportunidades para liderar y contribuir significativamente al crecimiento económico de la región? Esta es una pregunta que es posible responder desde distintas perspectivas.
Según estimaciones recientes, el 75% de los países mantendrán los recortes en el gasto público en 2025 debido a los conflictos y al alza de los precios de los combustibles y los alimentos. La austeridad repercute negativamente en las mujeres ya que reduce el gasto público en servicios esenciales, políticas de cuidados y protección social.
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La inclusión financiera, como el acceso equitativo a servicios como ahorro, crédito, seguros y pagos, es un factor clave para el empoderamiento social y económico de las personas, ya que les proporciona herramientas esenciales para acumular activos, generar ingresos y gestionar riesgos. Según el BCRA, en 2023 sólo el 36,4% de las mujeres en Argentina accedió a este tipo de servicios, dejando en evidencia la brecha de género y por ende, la menor capacidad de independencia económica en comparación con los hombres. Esta brecha representa un costo de oportunidad en el mercado financiero, ya que según un informe de Ernst & Young, para 2028 las mujeres controlarían el 75% del gasto discrecional de los consumidores en todo el mundo.
Bajo este panorama, la tecnología en general, y la automatización en particular, se convirtieron en piezas fundamentales a la hora de impulsar la evolución financiera de las mujeres en Argentina y la región, ya que eliminan barreras y agilizan procesos al momento de la evaluación crediticia, proporcionando un acceso al crédito sin subjetividades humanas y con mayor rapidez.
La tecnología se presenta como facilitadora de los recursos necesarios para fortalecer la independencia económica de los segmentos no bancarizados, y habilita no sólo la inclusión sino la capacidad de lograr evolucionar en el sistema financiero.
Asimismo la tecnología no sólo facilita, sino que también cataliza el cambio. La transformación tecnológica de las instituciones financieras es un paso crucial para construir un ecosistema más inclusivo y equitativo, ya que puede motivar a la incorporación de políticas de género al ver oportunidades de negocios donde antes no se prestaba atención, por no contar con las herramientas suficientes para incluir clientes de segmentos no bancarizados.
De acuerdo con un informe de la CEPAL que reporta datos obtenidos en una encuesta realizada en el último trimestre del 2022, el 63,7% de los trabajadores informales solicitaron algún tipo de financiamiento. Ante esta tendencia, queda claro que existe una demanda de acceso a productos financieros por parte de un sector que suele cumplir con los pagos de préstamos o tarjetas no bancarias, pero que sin embargo no posee historial crediticio en el universo de los bancos por diversos motivos, sobre todo el trabajo informal que no permite la demostración de ingresos.
Al emplear análisis de datos alternativos, implementar motores de automatización de decisiones, y modelos de inteligencia artificial, las empresas financieras pueden evaluar la solvencia crediticia de mujeres sin historial crediticio formal de manera más ágil y sin subjetividad humana. Además, se vuelve posible crear productos financieros personalizados adaptados a las necesidades específicas de las mujeres, representando más oportunidades de negocios para el mercado financiero.
Los motores de decisiones ofrecen una oportunidad única para transformar el panorama de la inclusión financiera en Argentina, permitiendo a las instituciones financieras automatizar y hacer más eficientes y rápidos sus procesos de evaluación crediticia.
Disminuir la brecha de género en la inclusión financiera es esencial no solo para lograr la equidad de género, sino también para impulsar un desarrollo económico sostenible. La implementación efectiva de tecnología, acompañada de políticas de estado y también del sector privado, tales como programas de educación financiera y oportunidades de crédito para sectores no bancarizados, puede allanar el camino hacia un futuro donde las mujeres tengan más oportunidades para liderar y contribuir significativamente al crecimiento económico de la región.