Por Rolando Morgensterin
Tenemos un sistema de salud que no cumple adecuadamente con las necesidades de su población. No hay políticas que respondan a los desafíos de salud-enfermedad. En este contexto, ¿qué deben esperar las personas que necesitan atención y qué rol deberían cumplir los prestadores de servicios de salud para asistirlos.
En nuestro país, el cuidado de la salud y la atención de las enfermedades llegan tarde para la mayoría de su población y, por lo general, son ineficientes. Por ende, no se puede esperar el resultado de una sociedad productiva y mucho menos feliz.
Tenemos profesionales de buena formación y atentos a los adelantos de la tecnología médica, pero la mayoría de los argentinos no reciben atención de calidad en tiempo y forma, incluso con la cobertura de una obra social o medicina prepaga. Esto agrava aún más la situación de los servicios de salud del Estado, con una demanda creciente por la crisis económica.
La Argentina nunca emprendió una política de Estado en salud, que implemente la construcción de un sistema con mejora continua en el acceso, cobertura y calidad de atención. Tampoco pudo resolver la antigua crisis de financiamiento, frente a una población que se hace más longeva, requiere más tecnología y cuenta con diferentes capacidades de pago.
Los servicios de atención ambulatoria se transforman cada vez más en el verdadero dique de contención del gasto sanitario de la población.
Por su parte, los profesionales y establecimientos privados de servicios de salud para el diagnóstico y tratamiento sufren el mal pago de los financiadores, tanto de obras sociales como de empresas de medicina prepaga, poniendo en peligro la sostenibilidad económica de estos servicios de cercanía al domicilio de los pacientes, que forman parte de la red de atención primaria para los cuidados y la prevención de las enfermedades.
En épocas en que el gasto en salud es creciente en todo el mundo, los servicios de atención ambulatoria resultan el verdadero dique de contención del gasto sanitario de la población. Un país con un sistema de salud en crisis económica debe integrar la oferta de todos los recursos disponibles en una red de servicios de atención primaria público-privada.
En la Argentina, se estima que los servicios clínico asistenciales de atención primaria de la salud contienen el 80% de las necesidades de salud-enfermedad de la población. Los servicios de diagnóstico por dispositivos médicos influyen en el 70% de las decisiones clínicas y sólo representan el 1% del total del gasto sanitario promedio.
A pesar de contar con profesionales de buena formación y atentos a los adelantos de la tecnología médica, la mayoría de los argentinos no reciben atención de calidad en tiempo y forma.
Asimismo, cumplen un rol fundamental en la reconversión del gasto, priorizando una salud de la prevención a una de la enfermedad. Se estima que, por cada peso que se invierte en diagnóstico, el gasto global en salud se reduce en cinco pesos.
Por lo tanto, si conviene, si se logra gastar menos y si promueve el bienestar, la pregunta es por qué la Argentina no adecúa su política de salud y revaloriza el rol efectivo de la atención primaria y su red de servicios clínicos ambulatorios, tanto públicos como privados.
¿Hay criterios y reformas mundiales de valor en los sistemas de salud de otros países que sirvan de modelo orientativo? Según la OMS/OPS, la CEPAL-ONU y la OCDE, en efecto existen experiencias concretas y en proceso, que indican que los sistemas de salud más eficientes, con mayor acceso y cobertura tienden a concentrarse en un único modelo de financiamiento, mientras que su principal estrategia sanitaria asistencial se basa en la red integrada de servicios ambulatorios de atención clínica de la salud.
Los organismos mundiales coinciden en que la salud es un requisito indispensable para el desarrollo socioeconómico y el crecimiento productivo de un pueblo. Poblaciones más sanas resultan más productivas y las personas disfrutan de vidas más prolongadas y satisfactorias.
Organismos mundiales, y experiencias como la pandemia, demostraron que la salud es un requisito indispensable para el desarrollo socioeconómico y el crecimiento productivo de un pueblo.
Del círculo virtuoso de la salud, la productividad y la economía emerge la relevancia del sector de la salud, capaz de generar capital humano, bienes y servicios. Está, a su vez, interrelacionado con otros sectores de la actividad económica, provocando un efecto multiplicador de crecimiento. Asimismo, posee gran capacidad para movilizar el desarrollo científico y tecnológico, aportando por diversas vías a la creación de riqueza y capital humano con un alto valor agregado.
Con estos propósitos, sólo necesitamos que la política de salud se transforme en una política de Estado, un “Pacto Federal Sanitario” entre Nación y todas las jurisdicciones de la Argentina, que permita la construcción de un sistema con mejora continua en el acceso y cobertura sanitaria de la población, y exprese la mejor calidad de atención posible ofrecida por la red asistencial articulada entre servicios ambulatorios de salud pública y privada.