Por Fernando Gray
En una era de negacionismos, un Gobierno nacional que desmantela al Estado para abandonar a la Argentina en el extractivismo salvaje, el despojo territorial y el ecocidio; mientras desfinancia la salud, la educación y la ciencia, quisiera evocar el mensaje precursor que el general Juan Domingo Perón nos dejó como legado desde el exilio forzado en Madrid, el 21 de febrero de 1972.
En aquel emblemático “Mensaje ambiental a los pueblos y gobiernos del mundo”, particularmente dirigido al entonces secretario general de la ONU, Kurt Waldheim, por la proximidad de la Conferencia de Estocolmo, Perón alertó sobre la urgencia de concientizar a las naciones sobre “la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medioambiente y la biósfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobreestimación de la tecnología".
Como todas sus ideas –innovadoras y a la vanguardia de su tiempo–, aquella carta resonó en el escenario político mundial y tuvo como corolario la creación del Día Mundial de la Protección de la Naturaleza para visibilizar el daño ambiental, educar, prevenir y erradicar todo acto que sea nocivo para los ecosistemas y para el planeta en su conjunto.
Tras medio siglo de acción ambiental, su advertencia ha dejado huellas en la Agenda 2030 y en el llamamiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) planteados por las Naciones Unidas. Sin embargo, mientras deben intensificarse los esfuerzos para poner fin a la pobreza, reducir las inequidades en todas sus formas y reducir los efectos del cambio climático para garantizar el bienestar de las personas y su entorno, nuestro país enfrenta el mayor retroceso desde el retorno de la democracia.
Mayor cooperación internacional e integración regional
Ante un Gobierno nacional que no solo ha ralentizado la acción climática y ambiental, sino que también busca reeditar un mundo bipolar del siglo pasado, la dirigencia debería leer más a conciencia al gran estadista y poner en acto sus enseñanzas para reencauzar a la patria en la nación pujante, justa e igualitaria que los verdaderos principios del peronismo supieron lograr.
Con mucha antelación y en una etapa de la historia en la que se recrudecía un mundo signado por la división Occidente-Oriente, nos alertaba sobre la realidad de muchas naciones en desarrollo que, apremiadas por el endeudamiento, ponían en riesgo su supervivencia si no trabajaban conjuntamente fortaleciendo la integración.
De esta manera, su mensaje fue una invitación al compromiso regional y global de las naciones a forjar vínculos de solidaridad. Lejos de pensar en una Argentina alineada con pensamientos radicalizados, el general Perón de 1972 concebía para nuestra nación un rol de liderazgo en un posicionamiento geopolítico equidistante en el que el nacionalismo inaugural debía desplazarse hacia una verdadera unidad latinoamericana con el fin de insertarnos en una agenda mundial que nos permitiera tener incidencia en problemas sociales, ambientales y económicos.
El general Perón, en contra la “marcha suicida”
Fiel a sus históricas reivindicaciones, el conductor del justicialismo nos invitaba a una concientización sobre la acción climática y ambiental. Y sostenía que ya era hora de que la humanidad tomara la iniciativa para luchar contra las desigualdades, el consumo desmedido y el ataque brutal al medioambiente. Ya era hora, afirmaba, de “invertir de inmediato la dirección de la marcha”. De lo contrario, la misma se convertiría irremediablemente en una “marcha suicida”.
Sí, en 1972, cuando la gran mayoría de los países centrales estaban embarcados en la más precipitada carrera de consumo, contaminación, hiperproducción y extractivismos desmedidos, su presagio ya proponía una agenda proactiva, es decir, adelantarnos a los hechos. En efecto, en aquel entonces, fue capaz de avizorar que el ser humano no debía escindirse de su entorno y que asegurar el cuidado del planeta era, sin duda, garantizar la vida, la paz y el bienestar de las personas.
En tiempos de desfinanciamiento y desmantelamiento de todas las políticas públicas para prevención, mitigación y resiliencia ante desastres climáticos, el Gobierno nacional avanza con su “motosierra” sobre nuestros recursos naturales, ignora y es cómplice de los incendios patagónicos y mesopotámicos más crueles de los últimos años, diezma los derechos de los pueblos originarios, vulnera nuestra soberanía territorial y hasta es capaz de fomentar la matanza desmedida de nuestra fauna autóctona. Un verdadero ecocidio protagonizado por Javier Milei y sus cómplices.
Gran precursor de la justicia ambiental
Ante el escenario apremiante de una triple crisis global que compromete al cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, debemos luchar por la justicia ambiental. Todas las personas tienen el derecho a un ambiente saludable, limpio y sostenible. Y sabemos muy bien que, de no controlarse, las consecuencias serán desastrosas para todas y todos, especialmente, las mujeres, las diversidades, las infancias, las juventudes y las personas de mayor vulnerabilidad.
Indudablemente, reivindicar las palabras de Perón de hace 53 años nos permite dimensionar cuáles son las verdaderas urgencias y mancomunar fuerzas para recuperar la Argentina soberana, justa, igualitaria e independiente por la que todos los días trabajamos.
Tras vislumbrar el derecho a la ciudad y a la justicia ambiental, nuestro gran líder sigue recordándonos cuál es el rumbo. Adelantado a su tiempo, nos enseñó que sin justicia ambiental no es posible alcanzar la justicia social.
Hoy, en una oscura etapa que amenaza a nuestra democracia y sus instituciones e intenta arrebatar nuestros derechos para ampliar cada vez más las desigualdades de género, generacional, étnica, territorial y ambiental, entre otras tantas, la respuesta es una sola: más principios peronistas convertidos en políticas públicas todos los días para volver a tener el país saludable y desarrollado que nos merecemos.