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Causa Matías Chirino: los testimonios que complican a los militares

Rufino Meza, compañero del joven subteniente, declaró en el juicio y dio detalles del “bautismo” mortal en el Ejército. Hay nueve imputados. “A mi hijo, cuando estaba en la morgue, le prometí justicia y voy a cumplir”, dijo el padre de la víctima.

La sonrisa de Matías Chirino ya no brillaba como en la última foto que se había sacado con su papá luego de un almuerzo en Uruguayana, la ciudad brasileña ubicada al otro lado de la frontera con Paso de los Libres, Corrientes. Un mensaje de WhatsApp había alterado los planes y el subteniente -de 22 años y que estaba a punto de ingresar en el Ejército- estaba nervioso. “Tienen que venir mañana mismo e invitar un asado de bienvenida. Si no, van a empezar con el pie izquierdo”, leyó en el celular.

Matías, junto a sus compañeros Rufino Meza y Jorge Chaile, con quienes había cursado durante los cuatro años y medio anteriores en el Colegio Militar de El Palomar, debían presentarse el lunes 20 de junio de 2022 en el Casino de Oficiales del Grupo de Artillería de Monte 3. Sin embargo, el subteniente Facundo Acosta les ordenó que lo hicieran dos días antes, el sábado 18, para que tuvieran su “bautismo”.

Aquel mensaje fue la sentencia de muerte para Chirino. Dos años y cuatro meses después, nueve exmilitares son juzgados desde esta semana: siete de ellos por homicidio y los dos restantes por ser partícipes secundarios de las torturas que le arrebataron la vida al joven.

Un testigo clave narró las torturas en la “bienvenida” al Ejército

Rufino Meza, uno de los sobrevivientes, declaró el miércoles ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Corrientes y relató los maltratos que sufrieron aquella noche. Contó que, a las 18.30 de ese sábado, tanto él como Matías y Chaile llegaron con varias bolsas con carne, bebidas y cigarrillos, los productos que los oficiales de mayor rango habían requerido para el ritual de “bienvenida” al Ejército.

Una vez dentro del destacamento correntino, en una noche donde la temperatura apenas alcanzaba los 3°C, los tres fueron obligados a meterse en una pileta con agua helada y llena de verdín que no se limpiaba desde el verano. Esa versión ya formaba parte de su declaración testimonial y fue ratificada por Meza en el juicio.

El sobreviviente narró que él y sus compañeros fueron forzados a correr una y otra vez por el complejo y a hacer flexiones de brazos. Y que antes y después, los obligaron a tomar alcohol.

Luego, para el asado que los exmilitares implicados en el crimen querían hacer, habían creado un grupo de WhatsApp en el que bajaron órdenes específicas: el vino debía ser marca Rutini, la cerveza debía ser Corona y el whisky, Jack Daniels. También les exigieron cigarrillos de distintas etiquetas y, en el medio de la noche, los mandaron a comprar más. Matías y sus compañeros debieron hacerse cargo de todos los gastos.

Sin embargo, tal y como Meza ratificó en el juicio, a los ingresantes no les permitieron comer carne: fueron obligados a cenar fideos con la mano y beber un trago de whisky entre cada bocado. Después, según la declaración del sobreviviente, los forzaron a hacer “fondo blanco”. Es decir, beber un vaso entero de una sola ingesta.

Luego de una noche de abusos y descontrol, de un ritual de bienvenida que fue un camino hacia la muerte, Matías Chirino se fue a dormir y no despertó: sufrió una broncoaspiración por alimentos, según reveló la autopsia. Se ahogó con su propio vómito.

Meza mencionó que él y Chaile despertaron cuando a Chirino le realizaban maniobras de reanimación. A pesar de que los tres subtenientes ya tenían destinada una habitación, fueron obligados a dormir en el suelo de un cuarto frío.

“La declaración de Meza fue clara y precisa. En un momento, al recordar todo lo que vivió la noche del crimen de mi hijo, se quebró”, contó Ezequiel, papá de la víctima, a TN.

Este jueves declararon tres policías que participaron de la investigación, dos militares y el médico a cargo de la autopsia. También lo hizo Alejandro de la Torre, jefe del Grupo de Artillería Nº 3 de Paso de los Libres: remarcó que él no estuvo aquella noche y que los rituales de bienvenida a los nuevos oficiales estaban explícitamente prohibidos. Agregó que los exmilitares implicados lo sabían.

Se espera que los acusados declaren entre el martes y miércoles de la próxima semana. El miércoles 23 será el turno de Chaile, el compañero de Matías que dio un escalofriante testimonio durante la etapa de instrucción: contó que los tres fueron obligados a beber vino con grandes cantidades de sal gruesa. “Dije que era hipertenso, se burlaron y me hicieron tomar igual”, afirmó entonces. Para el día siguiente, 24 de octubre, están previstos los alegatos de las partes. Todavía no se fijó una fecha para la lectura de las sentencias.

Quiénes son los nueve militares acusados del crimen de Matías Chirino

“Fue un crimen disfrazado de bautismo”, aseguró el papá de la víctima, y se mostró esperanzado de que los acusados sean condenados a permanecer varios años tras las rejas.

Rubén Darío Ruiz, Claudio Andrés Luna, Hugo Martínez Tárraga Reclus, Exequiel Emanuel Aguilar, Darío Emanuel Martínez, Luis Facundo Acosta y Gerardo Sebastián Bautista enfrentan condenas de entre 8 y 25 años por ser coautores de homicidio. También se los acusa de abuso de autoridad en perjuicio de Meza y Chaile.

Hay otros dos exmilitares acusados por ser partícipes de esos delitos. Sus nombres: Claudia Daniela Cayata y Franco Damián Grupico. Ezequiel Chirino está convencido de que intentarán despegarse y dirigir sus acusaciones a los siete que están más complicados.

“Te juro, viejo, que estoy cagado de miedo”

“Tengo marcada a fuego la última frase que me dijo Matías cuando se iba al Casino de Oficiales: ‘por favor, llevame esta valija al auto porque estamos llegando tarde. Te juro, viejo, que estoy cagado de miedo’”, recordó Ezequiel entre lágrimas, y siguió: “Le pedí por favor que no se presentara, y me respondió que debían hacerlo por las amenazas de Acosta, aquello de que, caso contrario, iban a arrancar con el pie izquierdo”.

En un rincón del comedor de los Chirino en la localidad de Holmberg, en las afueras de Río Cuarto -Córdoba-, reposa aquella última foto que se tomaron padre e hijo: “A mi flaquito, cuando estaba en la morgue, le prometí justicia. Y sé que voy a cumplir”.

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