Los chicos de 10 y 14 años habían manifestado que fueron sometidos durante rituales ligados a una secta kimbanda. El avance de la pesquisa descartó que fuera así. Los imputados son el padre y tres primos acusados de abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo.
El Tribunal Oral Penal Nº 1 fijó el 26 de septiembre como fecha de inicio del debate en el que se juzgará a cuatro personas por el abuso de dos niños en la localidad de Empedrado. Se trata de un caso que conmocionó a Corrientes, ya que en el comienzo de la pesquisa trascendió que los hermanitos de 10 y 14 años habían sido sometidos durante ritos satánicos; se llegó a hablar incluso de una gran banda de personas ligadas a una secta.
Los imputados son Luis Gilberto Medina, Manuel Sotelo, Walter Medina y Cristian Giménez. Son familiares directos de los menores: el padre y tres primos.
La larga investigación no logró validar las circunstancias esotéricas en las que habrían sucedido algunas de las vejaciones, según el relato de los niños. Fueron descartadas las conjeturas de que las violaciones se produjeron en el marco de ritos satánicos.
En su oportunidad las víctimas habían declarado brindando detalles de los abusos cometidos por miembros de una secta kimbanda compuesta en su mayoría por familiares de éstas. A partir de los testimonios se realizó una excavación en la casa de la abuela, Irene Bernal, de 82 años, que fue detenida acusada de ser la instigadora de las prácticas ligadas al ocultismo, pero con el avance de la investigación fue liberada.
Cabe recordar que todo comenzó el 21 de septiembre de 2012 cuando uno de los chicos -que son hermanos- se quebró emocionalmente en el establecimiento escolar al que asiste. La víctima decidió hablar ante la presión por la acusación de un supuesto robo. De acuerdo a la investigación, la tía de los menores se acercó hasta la institución educativa para hablar con los directores. Quería saber si en los últimos días sus sobrinos habían realizado algún gasto importante allí, porque en su casa había desaparecido un anillo de oro. Los pequeños fueron citados a la dirección y allí contaron lo inesperado. Manifestaron que desde hace tiempo eran abusados y detallaron una serie de hechos que pusieron en evidencia la presencia de un grupo de personas que llevaban a cabo cultos diabólicos en “la perla del Paraná”.