El abogado de uno de los menores que vivía en la Fundación Felices los Niños se la dio en mano al presidente de la Corte, antes de que el máximo tribunal revise la condena.
"Soy víctima del sacerdote Julio Grassi": así se presenta "Gabriel" ante el presidente de la Corte Suprema de Justicia. A través de una carta, uno de los abusados por el cura cura le pide a Ricardo Lorenzetti que le aumenten a 37 años la condena al sacerdote y que no lo liberen. El manuscrito se lo entregó al magistrado en mano Juan Pablo Gallego, abogado querellante en la causa e impulsor de la causa junto a Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
Esto ocurre después que los abogados de Grassi recurrieran al máximo tribunal de Justicia, luego de que Casación y la Corte provincial confirmaran la condena de 15 años impuesta al cura por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 de Morón. El 10 de junio de 2009 el tribunal condenó al sacerdote, al que consideró culpable de haber abusado en dos oportunidades de "Gabriel", que fue uno de los tres menores que vivían en la Fundación Felices Los Niños. Grassi está preso desde 2013 en el Penal N°41 de Campana.
GALLEGO: "SERÍA UN ESCÁNDALO QUE LO LIBERARAN"
"La condena debe aumentarse para darle tranquilidad a las víctimas", le dijo Gallego a TN. "Hemos probado los crímenes espantosos de este pederasta: sería un escándalo que lo liberaran", consideró el abogado querellante. "No queremos que haya impunidad", indicó el letrado.
"Grassi es una persona con recursos económicos, ligado a presidentes: es un sujeto muy poderoso que presiona y también un pederasta muy peligroso", dijo Gallego. "Espero que la Corte no acepte las presiones de estos sectores y que dicte un fallo ejemplar", pidió el abogado.
El caso vuelve a tener protagonismo con el nombramiento de Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz en la Corte. Estos nuevos jueces deberán estudiar el expediente que ya fue revisado por Juan Carlos Maqueda, Elena Highton de Nolasco y el propio Lorenzetti.
El sacerdote de la Diócesis de Morón está aislado del resto de los reclusos del Penal de Campana. Pasa gran parte del día en el depósito de alimentos, donde tiene una especie de oficina. Se despierta todos los días cerca de las 7, cuando un agente penitenciario lo pasa a buscar por su celda, donde tiene televisor y además usa un teléfono celular.