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Política Entrevista

Entre zanjones y lugares selváticos se levanta un barrio sin política de viviendas

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Crédito: 101431

Bajando de la Avenida Juan Ramón Vidal ya se deja de pisar el asfalto y más que nada se hace pie sobre la realidad, el límite de ese recorrido está a la vista con un zanjón que divide el Barrio Patono Uno del Quilmes. Casi a mitad de camino de ese límite está el comedor comunitario Santa Catalina de Alejandría, ahí vive Ramón Galarza, su responsable y además delegado barrial del Patono Uno.


El 3 de enero de 2015 es la fecha que Ramón no puede borrar de su memoria ya que fue ese día que comenzó la toma de los terrenos que luego serían el asentamiento del Patono y ahora el Barrio Patono Uno.


Pasaron más de tres años y el problema sigue siendo la falta de viviendas. “Con carpa, con nylon negro, con lo que teníamos a mano nos instalamos y la situación sigue siendo parecida. Pasamos tormentas, inundaciones pero ahora ya estamos más acomodados”, cuenta Ramón a Corrientes Hoy. 

Actuales casas precarias del Barrio Patono Uno.

 

 

En enero de 2018 se supo que desde el 2017 el Instituto de Viviendas de Corrientes (INVICO) tenía más de 2 mil viviendas preparadas para construcción pero durante el año no se reactivaron las obras.

Además el patrimonio del INVICO (Fondo de Coparticipación Fonavi, Recupero de cuotas, Escrituras de los adjudicatarios, edificios, etc.) formarían parte de  Fondos Fiduciarios manejados por los bancos y empresas, causando un grave riesgo para los adjudicatarios.


En ese contexto la política de vivienda y urbanización que tenían tanto el gobierno provincial como el municipal, de concesiones a empresas los terrenos para ser explotados o vendidos, no ayudaban al desarrollo del asentamiento. “Cuando tomamos los terrenos y comenzamos a formar el barrio no tuvimos conflictos con la policía. Pero si tuvimos cruces con algunos políticos, al principio fue difícil comenzar el papeleo de expropiación porque había intereses cruzados”, explicó el responsable a Corrientes Hoy.


Ramón camina por el barrio saludando a la gente que disfruta de un mate a la siesta. Cada tanto hace un relevamiento de la situación habitacional ya que “siempre hay personas nuevas que vienen a preparar sus terrenos y hay que saber para ayudarlos y realizar los papeles correspondientes". En medio del camino selvático, entre árboles y zanjones, se visibilizan algunos terrenos limpios y Ramón sabe que hay personas nuevas en el barrio.


“A mí me eligieron los vecinos del barrio y organizados buscamos la forma de defendernos y gracias a eso se consiguió hacer instalaciones de luz y  agua potable”, comenta desde lejos Ramón.

Actualmente también es el responsable del comedor Santa Catalina de Alejandría que “se formó a pulmón de los padres del barrio en marzo de 2016 y luego fueron muy importantes los ‘corazones solidarios’ (la gente que ayuda de corrientes), que donan ropa y mercadería”, cuenta emocionado. En la actualidad trabaja en conjunto con La Fundación Daniel Caram, entre otros.

 

 

El Barrio Patono Uno ya lleva más de tres años “la familias que tomaron estos terrenos y viven acá es por falta de una política de viviendas, en Corrientes la gente vive toda apretada. Por eso se hizo la toma de este lugar que estaba abandonado y así se fue formando”.

“Nosotros pudimos, a través del ANSES, censar a las familias del barrio. Pero lo necesario en la actualidad es la creación de viviendas dignas, una política de viviendas, no solo en este barrio”, reclama. El agua potable fue posible para el barrio en marzo de 2017.


En la actualidad, según información de Catastro, los terrenos que eran de Esquivel y Quintana, que ahora son el Barrio Patono Uno todavía no están expropiados pero la burocracia avanza rápido en esa dirección ya que los antiguos dueños tenían muchas deudas y decidieron no hacerse cargo de los espacios abandonados.


Según Ramon los problemas actuales del barrio son los mismos que los que hay en todo Corrientes: cloacas y la inseguridad.  Lo último tiene como condicionante directo que “hoy la necesidad no se  puede ocultar, desde mayo de este año todo se hizo más difícil y yo lo veo en el comedor, cada vez somos más”, explica con tristeza.

 

En Corrientes la creación de barrios y viviendas no es una política de los gobiernos de turno, más bien es la voluntad y la necesidad de las personas, que además es un derecho humano, de vivir de manera digna. Es por eso que el enfrentamiento entre la propiedad privada (que es mucha) choca constantemente con los intereses del pueblo correntino y sólo la voluntad organizada de quienes toman los terrenos hacen posible la creaciones de barrios. 

 

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