La gestión del Presidente Macri se caracteriza por meterle el dedo en el enchufe a la gente. A la inflación, la desocupación, la recesión, los despidos, etc., le agregó el aumento de los deficitarios servicios públicos. Así llegó, por ejemplo, el tarifazo eléctrico en pleno verano que elevó facturaciones a los menos pudientes hasta cifras impagables para sueldos por debajo de la línea de pobreza. La cuestión existencial era: “pagar o no pagar”; “comer o no comer”. Boletas de $600, $1.500 y hasta $12.000 sonaron a bofetadas en el rostro de un usuario habituado a cumplir con “la luz”. Desde un asalariado medio, hasta un pequeño y mediano emprendedor. Todos se vieron en jaque por el tarifazo.
Lo que es mucho teniendo en cuenta la década de mal servicio de la empresa energética provincial. Herramientas, insumos, cables, transformadores, estaciones de rebaje, anillos energéticos, etc., siempre sonaron a gigantescos parches para un servicio que sigue haciendo agua o, mejor dicho, tiene pérdidas eléctricas por todos lados.
El usuario correntino se acostumbró, lamentablemente, a los cortes anunciados y no solo en verano. Porque las culpas siempre fueron ajenas. Que CAMMESA, que Transnea, que Puerto Bastiani, siempre los cables fueron pateados por los demás. Hasta que el propio Vaz Torres tuvo que reconocer que sus conocimientos no van más allá de los números y dirige una empresa con pocas luces y altamente deficitaria.
Es que las camionetas, los cascos, cables y alicates, no alcanzaron para mejorar el servicio y mucho menos la recaudación, donde se admitió que más del 60% de los usuarios no pagan o están fuera del sistema. Enganchados que les dicen.
Toda esta introducción para ponerse de cara a la realidad de un gran perdón económico por parte de la Nación, que le condona a las provincias alrededor de $13.000 millones de pesos por deudas energéticas ante la distribuidora mayorista de energía.
En el caso de Corrientes, son $1.400 millones de pesos que se le cobró al usuario durante todos estos años, porque siempre estuvo muy claro que si no se pagaba, cortaban el servicio domiciliario, empresarial, industrial o de grandes consumidores.
Resulta que ese dinero recaudado por la DPEC, nunca se invirtió en la mantención del sistema ni en la mejora del servicio. Dónde está esa plata, dónde fue, quién lo administró, acaso desapareció, se le devolverá al usuario ahora que hubo “perdón”. Suena cómo que la luz siempre fue gratis, aunque por acá se cobrara.
Demasiadas preguntas, con pocas respuestas. Y justo en este momento, se cortó la luz. Sin luz, pero con bronca.
