La actual situación económica que sacude al interior del país obliga a los empresarios a diseñar peripecias para cumplir el pago de sueldos. Ante la abrupta caída en las ventas y la estrepitosa suba de las tarifas de servicios, comenzaron a surgir en algunas provincias el pago de "salarios en especie".
La teoría económica y la legislación comparada definen al "salario en especie": cuando un trabajador recibe por su paga mensual alimentos, vivienda, ropa o demás artículos destinados a su consumo personal en reemplazo del dinero en efectivo. Según las leyes de cada país, este abono puede ser total o parcial. Aunque es incipiente, esta práctica comenzó a surgir en la Argentina en emprendimientos con gravísimas complicaciones económicas.
En la ciudad entrerriana de Concepción del Uruguay 105 empleados de la cadena de supermercados DAR, de la familia Rosental, ofreció pagar parte de las horas extras con bonos de la propia empresa, que podrán ser canjeados por los productos que ellos mismos venden.
"Lo primero que ofrecieron fue hacer siete horas diarias y completar el resto las horas del sábado a la tarde, pero es inconstitucional porque la ley indica que las después de las 13 del sábado las horas se pagana al 100%. Y la semana pasada nos ofrecieron no pagar las horas al 100% del sábado a la tarde y darnos los tickets", explicó el líder de la filial de Concepción del Sindicato de Empleados de Comercio, Roberto Lencina.
En diálogo con la emisora radio Nacional LT11, el gremialista detalló la propuesta, tras una reunión con los dueños del súper en el ámbito local del Ministerio de Trabajo. "Llegamos a un acuerdo donde se van a liquidar las horas al 100% normal, por recibo, de las cuales el 50% se liquidarán en efectivo y el resto en bonos de la empresa. Es algo previamente hablando, decidido y consensuado con los compañeros. No les termina tocando el bolsillo, pero si los margina a tener que gastar ese dinero ahí", dijo Lencina a la emisora pública.
Los Rosental son una familia inmigrante que se instaló a principios del silgo XX en Rosario, con una pequeña despensa. A lo largo de los años, la pyme se amplió y se transformó en una gran compañía de distribución y abastecimiento de productos de consumo masivo no perecederos y refrigerados, con marcas propias y sucursales en Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, La Pampa, Chubut y Santa Cruz. Llegó a tener 9.000 clientes para su centro de logística de 25.000 m2. A pesar que el emblema de la firma Rosental es el Ginkgo Biloba, la especie de árbol más antigua del planeta, símbolo universal de permanencia y crecimiento constante, hoy los números no cierran.
"Argumentan que no tienen ventas, que no generan ingresos para poder pagar las horas extras. Pero como sindicalistas no estamos de acuerdo con eso, porque no tienen ventas pero abren el domingo y pagan al 100% normalmente, y no quieren pagar las del sábado", replicó el sindicalista Lencina, quien no dudó en aclarar que su posición fue rechazar el pago en especies. "No justifico esto para nada, no estoy de acuerdo. Soy el primero en decir que esto no corresponde. Fue una decisión de los empleados y tampoco hablamos de un gran dineral, son en promedio, entre $ 700 y $ 800 por las horas trabajadas a la tarde", señaló.
Otro ejemplo del pago con alimentos se registró en la zona fértil del Alto Valle de Río Negro. Allí, desde hace varios meses, la productora San Formerio buscar zafar de la crisis pagando a sus 300 trabajadores con manzanas.
"Nos dijeron que ellos nos daban la fruta y que nosotros buscáramos compradores. Nos pareció mal pero lo hicimos porque necesitamos comer. Conseguimos a varios productores del Valle que se mostraron interesados, pero los dueños les pidieron 8 pesos por kilo y es una manzana toda picada, podrida que no sirve para nada. No quieren perder un peso", comentó a Clarín la vocera de los trabajadores, Natalia Tripailau.
San Formerio fue una de las primeras frutihortícola que se instaló en la localidad de General Roca, con más de 1.000 hectáreas de producción. Comercializa peras, manzanas, ciruelas, duraznos y nectarines. Tiene tres plantas de empaque con frigoríficos. Sus frutas deliciosas se consumieron por Europa, Estados Unidos, Rusia, Brasil, Bolivia, Paraguay y México. Pero en los últimos años San Formerio no fue ajena al estrago que provoca a las economías regionales la apertura de importaciones. Sus dueños aseguran que es imposible competir contra los productores de Chile o Nueva Zelanda. Según dijo Fernando Muñoz, una caja de 18 kilos de fruta chilena se comercializaba hasta hace poco a u$s 14, mientras que San Formerio la tenía que vender a u$s 18 para no perder.
En más de una década en el Alto Valle rionegrino ya se perdieron más de 20.000 hectáreas productivas. Los despidos de personal estable y temporario se cuentan por centenares. San Formerio quiso cerrar sus puertas el año pasado. La caída de un contrato con la multinacional Exprofrut los dejó fuera del juego: a los belgas les vendían más de la mitad de la producción, pero de un día para el otro los extranjeros del Grupo Univeg anunciaron que dejaban de comparar 30.000 toneladas de frutas argentinas. Un año antes, el 4 de septiembre de 2015, en plena campaña electoral, Mauricio Macri la visitó uno de los galpones de empaque y se fotografió con los operarios.
Hoy adeudan dos meses de salarios y las cargas sociales. Deben unos $ 15 millones. Los propietarios dicen que no tienen otra opción que pagar los salarios en especies. Según Tripailau, también les ofrecieron unos tractores como forma de pago, pero las máquinas son chatarra de la década del '40 y '50 y es imposible comercializarla.