Atrás quedaron los tiempos del Game boy, el tetris y las ?maquinitas?. Estos juegos están en la memoria de quienes ahora son padres de niños que, gracias a los avances, personifican a seres de otro mundo, temerosos villanos, guerreros empedernidos o, incluso, personas mayores de edad.
Son las facilidades que dan mundos virtuales creados por juegos electrónicos, el computador e Internet. Se diferencian de la televisión en que el niño deja de ser receptor pasivo de imágenes y pasa a ser protagonista de historias que en la vida real no practicaría.
Los expertos señalan que permiten mejorar la coordinación entre el ojo y la mano, ?son favorables para el desarrollo de motricidad fina, pues involucran movimientos digitales, estimulan la memoria al identificar y retener colores y conceptos numéricos?, explica la terapeuta ocupacional Liliana Saavedra.
Y según la temática, implican que el menor planee estrategias y resuelva problemas; por ejemplo, atravesar y salir de laberintos o pasar obstáculos.
?Si no incluyen estereotipos ni violencia, los juegos de software interactivo son una herramienta más de aprendizaje, pero no la única. No hay que excluir el juego activo (salir al parque, jugar con otros niños con muñecos) pues, si el niño pasa mucho tiempo frente a aparatos electrónicos deja de tener experiencias muy importantes para su vida; al ser juegos desarrollados por la imaginación de otras personas, limitan su aprendizaje y el desarrollo de su propia creatividad?, explica la psicóloga infantil Paula Bernal.
¿Antisociales y violentos?
Mucho se ha dicho de los videojuegos y las entretenciones electrónicas: que exponen al niño ante delitos cibernéticos como pornografía infantil (en caso de las comunidades virtuales y juegos online) e, incluso, que generan hábitos poco sanos, como obesidad (expertos estadounidenses aseguran que mientras juegan, los niños comen ?chucherías?), sedentarismo e insomnio.
Sin embargo, para la psicóloga experta en desarrollo y crianza Cecilia Zuleta, ?estos juegos no son malos en sí mismos; el problema surge cuando hacen las veces de niñeras, pues se limita la posibilidad de generar un entorno emocional adecuado?.
Los especialistas coinciden en que, frente a la pantalla, se coarta el papel de las vías sensoriales en el aprendizaje. Esta limitación a la que se someten el sistema propioceptivo (que permite tener la sensación de los límites corporales) y el vestibular (encargado del equilibrio) hará más difícil que el niño fije su perspectiva del mundo real.
Pero no todo está perdido; los niños cuadran torneos, intercambian juegos y conversan sobre las partidas. Por eso, es un mito que los ?videofílicos? sean antisociales. Además, ya es fácil encontrar alternativas que involucren más de uno o dos jugadores. ?Es el caso del Nintendo Wii, que surgió por la necesidad de movimiento; es un buen método de diversión que reúne a padres e hijos, pero hay que fijarle tiempos porque, como todo juego que produce satisfacción instantánea (el jugador recibe recompensas inmediatas: sube de nivel o gana puntos), puede generar adicción?, agrega Zuleta.
Recomendaciones
Negocie con sus hijos el tiempo destinado a jugar. Que no sea más de una hora al día. Tenga en cuenta que estos juegos deben ser empleados con mesura luego de los 3 o 4 años. ?Los niños pequeños necesitan contacto con la realidad; de ella aprenden sobre lo que nos rodea en el mundo tangible y logran diferenciar entre la fantasía y la realidad?, explica la psicóloga infantil Paula Bernal.
El niño debe ser quien escoja si quiere destinar su hora de juego al Nintendo, al Play station o al computador. Así se le está dando el poder de decisión. Permita que el pequeño prenda y apague el aparato seleccionado; ubique frente a él un reloj digital para que él mismo administre el tiempo de juego. Esto alimenta su autonomía y confianza.
Asegúrese de que el niño haya terminado sus tareas escolares antes de que comience a jugar.
No es necesario que usted esté al lado del menor, mientras él juega. Recuérdele cuando le queden 15, 10 o 5 minutos de juego. Si usted no está, encomiende la supervisión del niño a otro adulto, mientras su hijo se acostumbra a esta rutina. Al final de la hora de juego, haga que él lea, arme rompecabezas o comparta con la familia, pero que no vea televisión. Iría a la cama sobreestimulado.
No permita el acceso a juegos con temáticas rudas, pues en ellos, el fin justifica los medios (matar al malo y salvar al bueno) y la violencia será controlada por el menor. Su poder estará en armas, golpes y palabras soeces y aprende que la fuerza es la manera de solucionar problemas.
Ubique el computador en un lugar público del hogar y no en el cuarto del niño. Active el control de contenidos para que solo se permita el empleo de frases seleccionadas y filtros que bloqueen el acceso a páginas o comunidades de contenido inapropiado.
Por Pilar Bolívar Carreño