Entre las décadas de 1970 y 1980, la Noche de Brujas ganó un carácter universal debido a su popularización en el cine y la televisión, y gracias al marketing.
Halloween es una clásica fiesta anglosajona que invita a disfrazarse y hacer bromas. Se festeja todos los 31 de octubre, en vísperas a la festividad católica del Día de Todos los Santos, del 1º de noviembre. Este 2023, cae martes.
Se estima que el uso de trajes y máscaras se debió a la necesidad de "protegerse" y de ahuyentar a los espíritus malignos, al adoptar apariencias de un alma en pena para evitar ser dañado o agredido. Con el mismo objetivo, las casas también eran decoradas.
Asimismo, las celebraciones con banquetes y bebidas se hacían como una forma de comunicación con los muertos, para ayudarlos a encontrar su camino hacia el descanso eterno y evitar todo tipo de infortunios. Por ello, muchos niños recorren casas, pidiendo golosinas y pronuncian la reconocida frase "dulce o truco", a modo de amenaza.
Halloween es una tradición anual en Estados Unidos y Canadá, que arribó de manos de los irlandeses en 1840. Sin embargo, entre las décadas de 1970 y 1980, la Noche de Brujas fue adquiriendo un carácter universal debido a su popularización en el cine y la televisión, y gracias al marketing.
Cuál es el origen de Halloween
Las raíces de Halloween son del Reino Unido. La Iglesia Católica había instaurado que el 13 de mayo se conmemoraría el "Día de Todos los Santos" para honrar a los fieles difuntos que "gozan de la vida eterna en la presencia de Dios".
En las vísperas de esta celebración se realizaba un servicio, y de ahí el nombre del festejo: "All Hallow's Eve", que en español significa "Vísperas de Todos los Santos". Halloween es una contracción de esa frase en inglés.
En tanto, en el siglo VIII el papa Gregorio III cambió la fecha original del "Día de Todos los Santos" al 1 de noviembre, por lo que "Hallow's Eve" se trasladó a la noche previa, el 31 de octubre. Pero, ¿por qué? Se cree que se trató de una estrategia para unificar una fiesta religiosa y una pagana.
El objetivo habría sido "cristianizar" la fiesta del fin de verano de origen celta, llamada Samhain. La fiesta, que data de hace más de 3000 años, era la ocasión en la que los celtas creían que el "Rey de los Muertos" visitaba la Tierra y se producía el enlace con el "otro mundo". Samhain duraba tres días y comenzaba el 31 de octubre.
Mientras tanto, del otro lado del océano Atlántico, en México, durante siglos se organizaron fiestas para guiar a los muertos en su recorrido al Mictlán, el inframundo de su mitología.
La creencia popular era que, por esas fechas, las almas de los difuntos regresaban por un tiempo al mundo de los vivos para visitar a sus seres queridos y descendientes. Esta celebración indígena y precolombina fue bautizada como Día de los Muertos y duraba dos meses, pero con la conquista española, una de las medidas que se tomaron fue la de unificar los festejos con la fiesta católica del Día de Todos los Santos y Fieles Difuntos y trasladar su conmemoración para el 31 de octubre y 1 y 2 de noviembre.