El capital político de la oposición venezolana reside en su capacidad de generar expectativas de cambio, y todo ese peso ha sido depositado en una fecha: el 10 de enero, día en el que se inicia el próximo sexenio presidencial. Si ese día Nicolás Maduro se juramenta sin inconvenientes, el ímpetu opositor se esfumará rápidamente y el chavismo logrará retomar su estabilidad.La maquinaria de comunicación chavista está enfocada en reiterar que el heredero de Chávez, respaldado por las Fuerzas Armadas, continuará su mandato, pero la población aún no pierde la esperanza de que Edmundo González regrese a Caracas para vestir la banda presidencial que le corresponde. Un anhelo que él mismo se ha encargado de alimentar durante las últimas semanas, dando por segura su juramentación en el país, aunque sin compartir, por cuestiones lógicas, cómo ingresará al territorio sin ser detenido.Venezuela permanece en vilo, pero nadie sabe qué esperar. En los últimos 25 años, las tácticas de la oposición han sido más claras: ya sea abstención, votación masiva o jornadas de protestas; dependiendo del objetivo. Sin embargo, ahora la estrategia es una incógnita. Y ese secretismo tiene que ver con el cierre que ha impuesto el chavismo a cualquier salida institucional, como lo hizo con el desconocimiento del resultado electoral de las pasadas elecciones presidenciales en las que los venezolanos optaron por González.Noticia Relacionada estandar Si María Corina Machado denuncia el acoso de Maduro a su madre de 84 años con cortes de luz y drones sobre su casa Ludmila Vinogradoff | Corresponsal en Caracas«Los escenarios que quedan por delante, lamentablemente, no son escenarios institucionales; son más impredecibles y mucho más arriesgados», comenta desde Caracas Benigno Alarcón , director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello. «Creemos que esa es una de las razones por las cuales no está clara cuál es la estrategia. Y, para un liderazgo que quiere actuar con responsabilidad, decidir cómo se va a ejecutar es muchísimo más complicado. Pero la gente intuye que hay que correr riesgos, que no hay una salida garantizada, que las instituciones no funcionan y que se le han ido cerrando todos los caminos, dejándoles en un callejón sin salida que les obliga a hacer algo completamente distinto».Confianza en el liderazgoTras el pucherazo del 28 de julio, siguió un estallido social que fue reprimido con muertes y miles de detenciones. Cabría pensar que, debido al miedo inyectado entre la población, otro alzamiento social estaría descartado, pero los estudios a los que Alarcón ha tenido acceso indican que ese escenario no puede ser desechado. «La gente está dispuesta a dar pelea para que se respete su decisión», asegura. «Por los estudios que hemos visto, creemos que está dispuesta a movilizarse incluso aunque no hubiese una convocatoria para hacerlo, pero creo que las miradas están puestas principalmente sobre [María Corina]Machado a lo interno del país. La gente la ve a ella como la gran convocante, la gran coordinadora, y están esperando que ella tome una decisión y la transmita».A medida que avance el 2025, se podrá apreciar con mayor facilidad si el rumbo del país vira hacia la transición o sigue su camino hacia una mayor autocratización. Pero lo cierto es que, dado el actual escenario, ninguna transición tendrá lugar sin que haya cierto nivel de conflictividad, pues el régimen chavista, por iniciativa propia, nunca iniciará ese proceso; debe existir presión, tanto interna como externa, que empuje al Gobierno al colapso o que los obligue a negociar su salida del poder. Esta última es una vía en la que Machado ha insistido y que, asegura, tendrá distintas condiciones pasado el 10-E. «Una cosa es una negociación antes y otra cosa es una negociación después, si el régimen se aferra a la fuerza, la situación va a ser sustancialmente más compleja a partir de ese día», ha advertido la opositora en distintas ocasiones.El día decisivoLa suerte de la oposición está anclada a lo que ocurra ese día. «Prevemos que la investidura de Maduro el 10-E generará reacciones muy fuertes dentro y fuera de Venezuela, y las consecuencias tendrán que ver con cómo el liderazgo político pueda canalizar ese descontento», sostiene Alarcón. «Si se maneja de manera apropiada y se encuentran fórmulas para presionar y generar una expectativa de que el Gobierno no va a poder gobernar, no va a poder sostenerse, es probable que esa presión se extienda por días, semanas y quizás meses —no creo que se sostenga por un muy largo plazo—, eso va a depender de lo que pase el 10-E. Si ese día Maduro se juramenta y no pasa absolutamente nada y la comunidad internacional es sorprendida porque ve que el país no responde, el Gobierno se estabilizará y la oposición comenzará a perder su piso político.Qué va a pasar es muy difícil de predecir; hubo una situación parecida en 2019 [durante el interinato de Juan Guaidó]que al final no tuvo ningún resultado, pero creo que la comunidad internacional, y el Gobierno también, ha aprendido de lo que puede dar algún resultado y de lo que no, y creo que eso termina teniendo algún efecto sobre las cosas que se harán o dejarán de hacer«.Después de que la oposición recopilara y mostrara las actas que evidenciaron el fraude cometido por el oficialismo, el conflicto se estancó. Con la suerte de que había una clara fecha para la descongelación, el 10-E. Pero si el proceso vuelve a represarse, «si no se es exitoso en un episodio de rechazo a la toma de posesión de Maduro, el 10-E y los días siguientes, no veo una nueva fecha» sobre la que la oposición pueda trazarse un objetivo, asegura Alarcón. «Si en esta etapa que se inicia con la investidura de Maduro no hay un resultado, veo tremendamente difícil que se pueda generar una expectativa en torno a otra fecha. Esto tomando en consideración el hecho de que el 20 de enero tendrá lugar una nueva Administración en los Estados Unidos, que seguramente generará presión adicional, pero esa presión, si se produce, será la continuidad de los eventos del 10-E, no la veo como algo separado».—El chavismo ha advertido que González será detenido apenas pise suelo venezolano. ¿Qué reacción acarrearía su detención o la de Machado?—No tengo dudas que el Gobierno se atreva a detenerlos con la convicción de que podrá manejar la crisis posterior, pero de lo que tampoco tengo duda es que una detención podría ser un detonador importante de la conflictividad y de la protesta social.—Si González se juramenta, ¿cuál es una de las medidas más importantes que debe tomar para comenzar a sanear el Estado y el sistema democrático?—Tomar control absoluto del Poder Ejecutivo. Y eso incluye decidir quiénes van a ser las autoridades, bajo quién va a estar en el liderazgo de la Fuerza Armada, del aparato de Inteligencia, del aparato policial, de las finanzas públicas para poder estabilizar al Gobierno. Por estudios que hemos hecho, sabemos que los venezolanos no esperan resultados mágicos inmediatos. Saben y conocen las dificultades que atravesaría un Gobierno de transición. Las dificultades no terminan por el hecho de la juramentación. Su Gobierno tendría que lidiar por un tiempo —hasta que puedan haber elecciones dignas, quizás hasta diciembre de 2025— con un Parlamento y con un Poder Judicial en contra, lo cual no es fácil. Y habría que encarar un proceso electoral en el que la oposición tiene que asegurarse de tener una mayoría para poder gobernar en el Parlamento y a partir de allí poder reconstituir los demás poderes públicos.Si no sucede un cambio político en el corto plazo, las estimaciones del Observatorio de la Diáspora Venezolana indican que alrededor del 3,7% de la población —aproximadamente 768.000 venezolanos — podrían salir del país en 2025. Las principales razones son el Gobierno, la inseguridad y la crisis económica.