El Día Litúrgico se vivió a pleno en el templo céntrico, hubo oraciones, misas y el oficio principal fue presidido por el arzobispo Andrés Stanovnik. "María nos advierte de la amenaza de perder la memoria y del peligro de desconocernos como hermanos", alertó el Prelado.
La Iglesia Catedral de Corrientes honró ayer a su Patrona, Nuestra Señora del Rosario. La comunidad acompañó la jornada festiva bajo el lema "Junto a María del Rosario, sirvamos con esperanza".
Fue un día intenso para quienes asisten a ese histórico templo, ya que desde los primeros minutos de la jornada hubo oraciones, conmemoraciones, misas matinales y luego entrada la tarde-noche, el arzobispo Andrés Stanovnik encabezó el oficio central.
Finalmente, hubo una procesión por calles céntricas y al cierre de esta edición estaba previsto que se desarrolle una cantata a la Virgen.
Durante la homilía, monseñor Stanovnik brindó estos principales conceptos que se difunden a párrafos seguidos (...).
Donde hay madre, hay ternura
Hoy nuestra mirada se dirige a María bajo el hermoso título de Nuestra Señora del Rosario. Experimentar su cercanía, nos recuerda nuestra vocación, nos anima a salir de nosotros mismos y ponernos al servicio de los otros.
También nosotros, en este Año Vocacional de nuestra comunidad diocesana, nos ponemos delante de ella, invocamos el don de la paz hoy en comunión con el Santo Padre y con toda la Iglesia, y con María del Rosario abrimos nuestro corazón a la Palabra de Dios.
Tanto la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles (cf. 1,12-14), como en el Evangelio (Lc 1,26-38), nos presentan dos ambientes recogidos, íntimos y expectantes. Los hechos de los Apóstoles relatan qué sucedió los días siguientes a la muerte y resurrección de Jesús: "Los discípulos perseveraban en oración junto con algunas mujeres, con María la madre de Jesús, y sus hermanos". Podemos imaginar la intensidad de ese encuentro.
También el Evangelio pone delante de nuestros ojos una escena intensa y reservada que provocó el Ángel Gabriel al visitar a María y anunciarle la predilección de Dios por ella. Podemos imaginar la perplejidad y el gozo que invadió el corazón de esa joven y la conmoción que produce su respuesta: "Acá está la servidora del Señor, que se haga en mí lo que tú dices". Un hermoso cuadro vocacional que inspira el llamado de todos los bautizados.
El afecto materno que vemos en María junto a los apóstoles y su disposición inmediata en responder al deseo de Dios, nos ofrecen un doble y profundo mensaje.
Ante todo, María está acompañando con su presencia maternal a la Iglesia y hoy aquí nuestra asamblea reunida para celebrar una bella advocación: Nuestra Señora del Rosario, que le da identidad a nuestra comunidad parroquial y a los orígenes de nuestra ciudad y sus entornos. Ella estuvo, está y estará con nosotros.
Y la otra parte del mensaje que nos deja la Virgen es su inmediata y positiva respuesta al proyecto de Dios para su vida. Entonces, su presencia entre nosotros nos impulsa a que estemos dispuestos a hacer la voluntad de Dios tal lo estuvo ella, aun en aquellos momentos en los que nos toque abrazar la cruz y perseverar en el bien hasta el final. Así ella inspira con su ejemplo y su presencia nuestra respuesta vocacional cristiana.
Es propio de María, la Madre de Dios, generar hijos para su pueblo. Ella, como buena Madre, al reunirnos bajo su manto, nos advierte de la amenaza de perder la memoria y del peligro de desconocernos como hermanos. A ella le suplicamos que nos cuide a todos, nos dé sabiduría para no caer en la tentación de enfrentarnos unos contra otros, y nos enseñe a socorrer a los más débiles y excluidos, para que no les falte los bienes necesarios para vivir dignamente (...).
