El secuestro de los celulares de los acusados permitió revelar chateos que pueden ser pruebas de peso en los estrados. El caso podría ser elevado a juicio oral este mismo año.
La Justicia en Jujuy investiga una violación grupal en la que están involucrados un médico, un abogado, un estudiante de ingeniería y un licenciado en Transporte Marítimo. La denuncia la hizo una joven psicóloga. Todos tenían entre 23 y 24 años al momento de los hechos. Los abusos sexuales habrían ocurrido en una fiesta de fin de año, organizada por ex alumnos de un prestigioso colegio católico de la capital provincial. La víctima y los cuatro acusados fueron compañeros de curso. Dos ya están imputados en la causa y otros dos, todavía no. En el expediente constan los chats de un grupo de WhatsApp llamado “Los desagradables” –más de doscientas fojas-- en el que participaba el dueño de casa, donde se hizo la fiesta, y varios de amigos que estuvieron en el festejo y en la organización, “de donde surge que hubo una planificación, decían quién era el más Darthés (en alusión al actor denunciado por Thelma Fardin), el más violín, usaban ese tipo de terminología. También se preocupaban por que hubiera drogas, jeringas, y por acondicionar un cuarto, un vip, para ellos y conseguir “alguna putita”. “Quiero que sea alta joda”. “Violamos a un par y listo”. Eso decían. Y posteriormente, en los días siguientes mencionan a quienes están más comprometidos en los hechos”, contó a Página/12 el abogado de la joven, Marco Andrés Espinassi.
Este martes prestó declaración testimonial Juan Gabriel Durán, dueño de casa donde se hizo el festejo, también ex compañero del mismo colegio Del Salvador, adonde habían concurrido todos. Aunque de los chats surge que sabe lo que le sucedió a su excompañera, ante el fiscal Alejandro Bossatti, especializado en casos de violencia de género, a cargo del caso, aseguró que no se acordaba de nada. Pacto de caballeros. Un caso en el que una vez más la complicidad de los machos busca silenciar las peores caras de la violencia machista.
La joven, cuya identidad resguarda este diario, pudo reconstruir los abusos que denunció a partir del testimonio de amigas que la vieron “borracha como ida” en cada una de las situaciones con los cuatro ex compañeros, a quienes acusa de haberla violado aprovechándose de su condición de pérdida de conciencia. No recuerda más que el momento en que se despertó, pasado el mediodía del 1 de enero de 2019, cuando tenía a uno de ellos encima suyo, ultrajándola.
La denunciante se graduó el año pasado de psicóloga en la Universidad Nacional de Córdoba, pero no quiere regresar a la provincia de Jujuy por los abusos sufridos. “Lo que más le duele es que se la fueron pasando uno a otro para manosearla y abusarla cuando ella estaba inconsciente y que prepararon todo”, contó a Página/12 la madre de la joven, que es docente de nivel medio y superior y trabajó en el mismo colegio que la madre de Durán, el Instituto de Educación Superior Nº 7 "Populorum Progressio”, que depende del Obispado de la capital provincial. En su casa se hizo la fiesta. “La llamé y le pedí que le diga a su hijo que diga la verdad. Las dos veces que declaró –antes del último martes—escondió cosas. Y lo volvió a hacer esta vez. A la mayoría de los denunciados los conozco de chicos, eran compañeros de mi hija”, dijo la mujer, que espera que haya justicia.
La joven hizo la denuncia en el Centro N° 2 de Atención a Víctimas de Violencia Familiar y de Género el 3 de enero de 2019. Denunció a Matías Salas, licenciado en Transporte Marítimo, Kevin Choque (abogado que trabajaba en el Ministerio Público Fiscal y luego de la denuncia fue desvinculado del organismo), Matías Cabrera, que en ese momento era estudiante de Medicina, y Juan Guerrero, de ingeniería en Agronomía. En la causa están imputados por el delito de “abuso sexual con acceso carnal” Choque y Cabrera: este último es a quien ella encuentra encima suyo cuando se despierta en una cama de una plaza del primer piso de la casa, donde transcurrió la fiesta. Cabrera alegó que fue una relación consentida. Pero, según declararon testigos, la joven estaba “como ida”. Cabrera estaría ejerciendo como médico en un hospital de la localidad de Las Perdices, en Córdoba. Los otros dos amigos serían también imputados por el fiscal.
En la denuncia, la joven declaró que ese 31 de diciembre de 2018 había ido a un baile en la Ciudad Cultural, un predio de San Salvador de Jujuy, cuando ya cerca de la mañana del 1° de enero empezó a recibir mensajes por WhatsApp de Salas y Cabrera para que fuera a la fiesta que habían organizado en la casa de Durán. Salas la va a buscar en auto y ella sube con una amiga. En el vehículo recuerda que le ofrecen una bebida y ella toma. Después de eso recuerda poco y nada. La amiga que viajó con ella confirmó en su declaración ante la justicia que en ese auto algo le dieron de beber y que la vio muy mal en la fiesta, y que interpretó que estaba muy borracha. Otra amiga presenció alguno de los abusos y dijo ante el fiscal que se quedó luego a cuidarla, porque estaba inconsciente, hasta que se tuvo que ir de la fiesta. Otra amiga declaró que la joven “estaba muy borracha, como que se iba agarrando de las paredes”.
Un amigo de los imputados, Nicolás Dajer, contó que la “veía como cansada y borracha” y que Salas “la manoseaba cada vez que podía” y que antes de irse de la fiesta la vio “recostada con los ojos cerrados en un sillón”. También contó que en una “hamburguesada” que hicieron el día posterior a la fiesta los acusados reconocieron que abusaron de la joven y que Cabrera dijo que como ella gritaba, él la había golpeado para hacerla callar. También en esa charla Salas reconoce que mantuvo relaciones con la joven. Durán, el dueño de casa, que en los chats con el grupo de amigos dice que presenció abusos y que la joven no estaba en condiciones de consentir, frente al fiscal omite esos datos y ante preguntas alega no recordar nada.
“Este caso demuestra que la violencia de género es transversal a todos los estratos sociales, y niveles de educación”, señaló a Página/12 el abogado Espinassi. El secuestro de los celulares de los imputados permitió acceder a los chats entre el grupo de amigos y de los involucrados fue clave para avanzar en la investigación, dado que la mayoría de los testigos, amigos de los acusados, alegaron no recordar los hechos para proteger a los acusados u omitieron datos, agregó el abogado. “De los mensajes que se intercambiaron se demostró que se hizo toda una logística para poder hacer esa fiesta, pero con algunas características muy particulares, buscaban un perfil particular de mujeres, que la víctima no era, porque ella cae ya muy avanzada la noche, sin haber sido una de las invitadas. Prepararon una habitación que la acondicionaron, que llamaban el VIP o el telo. De las conversaciones surge una logística de compra de drogas, lo que nos hace sospechar que la drogaron a la víctima, y toda la mecánica de cómo abusar a las chicas. Lo que ocurrió esa noche fue lo que planificaron. Al día siguiente se juntaron en un asado para vanagloriarse del resultado obtenido la noche anterior, donde abusaron de esta chica, y de los chats surge que no fue el único abuso, habría una menor de edad también, pero que no ha sido identificada. Cuesta mucho romper el cerco de impunidad y el código de amigos”, indicó Espinassi. La causa sería elevada a juicio oral antes de que finalice el año.