Durante la Audiencia General de este miércoles 10 de marzo en la que recordó su reciente viaje a Irak, el Papa Francisco denunció la venta de armas y condenó la guerra que es “el monstruo que devora la humanidad”.
“La guerra siempre es el monstruo que, con el cambio de épocas, se transforma y continúa devorando a la humanidad. Pero la respuesta a la guerra no es otra guerra, la respuesta a las armas no son otras armas. Y yo me preguntaba: ¿Quién vendía las armas a los terroristas? ¿Quién vende hoy las armas a los terroristas? Están haciendo masacres en otras partes, pensemos en África, por ejemplo. Es una pregunta que quisiera que alguno la responda”, indicó el Papa.
En esta línea, el Santo Padre dijo que “la respuesta no es la guerra, sino que la respuesta es la fraternidad” y añadió que “este es el desafío para Irak, pero no solo: es el desafío para tantas regiones de conflicto y, en definitiva, es el desafío para el mundo entero”.
“La fraternidad. ¿Seremos capaces nosotros de hacer la fraternidad? ¿De hacer una cultura de hermanos? ¿O continuaremos con la lógica iniciada por Caín? La guerra. La hermandad, la fraternidad”, añadió.
Luego, el Santo Padre advirtió que las raíces religiosas y culturales de Irak son milenarias. “Mesopotamia es cuna de civilización; Bagdad ha sido en la historia una ciudad de primordial importancia, que albergó durante siglos la biblioteca más rica del mundo. ¿Y qué la destruyó? La guerra”.
En concreto, el Papa recordó las ciudades de Mosul y Qaraqosh en donde “la ocupación del ISIS causó la fuga de miles y miles de habitantes, entre los cuales muchos cristianos de diferentes confesiones y otras minorías perseguidas, especialmente los yazidíes”.
Por ello, el Santo Padre exclamó “el pueblo iraquí tiene derecho a vivir en paz, tiene derecho a encontrar la dignidad que le pertenece”.
“Queridos hermanos y hermanas, alabemos a Dios por esta histórica visita y sigamos rezando por esa Tierra y por Oriente Medio”, pidió el Papa quien relató que “en Irak, no obstante el fragor de la destrucción y de las armas, las palmas, símbolo del país y de su esperanza, han seguido creciendo y dando fruto”.
“¡Dios, que es paz, conceda un futuro de fraternidad a Irak, a Oriente Medio y al mundo entero!”, rezó el Pontífice.