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Rosario Sin Secretos: pintor y cronista, murió “atragantado” por algo que pudo, o no, decir

 

Este 13 de octubre se cumplen 43 años de la desaparición física de un artista eterno. Nuestro Antonio, en realidad, Delesio Antonio Berni, el “padre de Juanito Laguna y Ramona Montiel”, y un clarísimo exponente de la realidad que nos muestra que el talento puede lograr, hasta de lo descartado por otros en la basura, obras de arte valuadas en cientos de miles de dólares.

Después de casi 40 años, trabajos suyos que permanecieron ocultos, igual que su cámara fotográfica cuando a los 26 años realizaba una investigación periodística con su amigo Rodolfo Puiggrós, en Rosario Gráfico, salieron a la luz, y con ellas, suposiciones inevitables.

Entrar en la data de su vida es una vorágine vertiginosa y altamente recomendable para quienes quieran segregar adrenalina.

Una nota realizada en la vieja, querida y desaparecida revista de Cablehogar, igual que el nombre de la empresa proveedora del servicio, narraba aspectos de su personalidad polifacética y dejaba abierta la duda surgida casi dos décadas atrás, que hoy se está viendo develada en diferentes crónicas subidas a internet.

Cuenta la historia oficial que Berni murió atragantado por un hueso de pollo cuando cenaba con su amiga Marta Eguren. Fue ella misma quien confirmó a su biógrafo que lo que estaban comiendo era lomo. El libro “Los Ojos”, de Fernando García, relata largamente toda la entrevista.

El último cuadro que pintó en 1981, el año de su muerte, ya nos inspiraba una respuesta. Berni pintó a la abogada Graciela de la que, se cuenta, estaba enamorado, desnuda en la playa en un día de sol. Así fue originalmente, pero la obra llegó a nuestros días con el nombre de “Inconclusa” y datos que parecen significativos y significantes, como por ejemplo, el abrupto cambio que operó al transformarse en noche lúgubre y el detalle del avión sobrevolando la escena. Es conocida su relación de amistad con el almirante Emilio Massera. ¿No sería acaso su trabajo artístico una denuncia encriptada de los “vuelos de la muerte”? ¿Murió atragantado, fue una mala praxis médica o lo podemos asemejar al “dolor abdominal” que tuvo Mariano Moreno en alta mar por lo cual Cornelio Saavedra dijo: “Se necesitaba tanta agua para apagar tanto fuego!”?

En una entrevista que le hicieron unos días antes de su muerte, el inmenso rosarino dijo: «El arte es una respuesta a la vida. Ser artista es emprender una manera riesgosa de vivir, es adoptar una de las mayores formas de libertad, es no hacer concesiones. En cuanto a la pintura, es una forma de amor». ¿Sería una confesión ante algo que sabía que iba a ocurrir? Si hasta a la modelo de su último cuadro le avisó que no lo terminaría porque moriría antes…

El extraordinario pintor comunista que, siendo joven había sido premiado por el Jockey Club de Rosario para ir a Europa, a su regreso se ganaba la vida sacando fotos. Su amigo, el periodista Rodolfo Puiggrós, que trabajaba en el diario independiente Rosario Gráfico, le encargó las tomas para un trabajo de investigación sobre los prostíbulos de Pichincha, Allí iba, Delesio, valiente, con su Leica oculta entre sus ropas, tapada con su sombrero, para ilustrar los polémicos artículos publicados.

El Museo Histórico Provincial “Julio Marc” atesora el original del diario del 11 de febrero de 1932 firmado por Facundo, el pseudónimo de Puiggrós, y el Museo de la Ciudad “Wladimir Mikielievich”, hizo el año pasado una exquisita muestra donde se expusieron algunas de las fotos del barrio prostibulario. Al inaugurarse la exposición, con textos de María Luisa Múgica y Rafael Ielpi, quienes tuvimos la oportunidad de asistir, nos deleitamos también con la voz de Carla Ibáñez, acompañada por el maestro Miguel Milano en piano. ¡Un lujo!

Berni nos sigue sorprendiendo, cuatro décadas después de haberse “ido de gira”. Recientemente apareció, cubierta entre unas mantas, una obra suya que también denuncia, como pocos, una trágica época que vivió nuestro país.

“La torturada” se vio en Buenos Aires por primera vez, el año pasado, en el espacio Cosmocosa, tras haber sido expuesta en el 2006 en el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén.

Sólo muere lo que se olvida. Berni no sólo no se olvida, sino que, con su arte, no nos permite olvidar.

 

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