Por Daniel Caran
Se podrán esconder mil cosas, y se intentará tapar el sol con las manos. Tal vez, las peleas políticas sirvan para desviar la atención de las cosas concretas y duramente sensibles. Será por eso que muy pocos eligen titular con éstos dramas que, de tan comunes, ya no sorprende a nadie.
Corrientes registra la tasa de mortalidad infantil más alta del país, y esas cuestiones –se insiste- han dejado de ser tapas de diarios en la mezquina debilidad de creernos los superados de turno.
Sin embargo, con la incógnita diaria de quien se peleará con quien para subir peldaños en el poder, el drama instalado nos indica que estamos 5 puntos arriba del promedio nacional.
Y hay más: desde 2007 esos índices descienden en todo el país, sin embargo en Corrientes no para de crecer.
¿Se puede entonces dejar de lado éstos dolores que son diarios y pensar en consideraciones futuristas que terminen con la histórica postergación que sufrimos?.
Sin ser extremadamente pesimistas, y solo observando la historia misma que nos involucra, bien podemos presagiar un horizonte gris donde las cosas no cambien para nada.
Corrientes tiene los peores indicadores del país, y aunque muy cerca del fondo del infierno están Formosa, Chaco y La Rioja, nosotros los superamos.
El informe oficial precisa que 15,9 niños de cada mil mueren antes de cumplir un año y el 75% de los chicos no llega a los seis días de vida. Más: de los que superan ese tiempo, más de la mitad mueren antes de completar el mes.
¿Tomamos dimensión del drama?
Uno cree que no. Que seguimos en el limbo de la pelea inaudita, de los intereses escondidos, de las mentiras injustificadas.
Lamentablemente estamos presos en la desesperanza. Y no porque no queremos cambiar la historia, sino que siempre que se intenta aparecen esos interesados en vivir de ésta manera… postergados.
¿Será posible cambiar las cosas?. Habida cuenta de los múltiples y repetidos programas que promueve el gobierno provincial parecería ser que la situación cambiará y lo que vivimos (y sufrimos) solo quedará en el pasado. Es lo que nos vienen diciendo hace más de una década.
Me permito dudar… con todo el dolor del mundo.