Por Daniel Caran
La modorra de un tranquilo viernes se sacudió con la noticia que llegaba desde la comuna capitalina… o mejor dicho desde las oficinas del Centro Emisor de Licencias de Conducir, donde una delegación judicial empezaba un sorpresivo allanamiento.
Es que el intendente Fabián Ríos decidió la intervención de la repartición tras “una extensa investigación interna que detectó un circuito paralelo para la emisión irregular de carnet de conducir, a cambio de varias y elevadas sumas de dinero”.
El organismo comunal fue intervenido por 12 meses y los administrativos fueron sumariados.
Además, el Municipio también denunció penalmente a otros dos Inspectores de Tránsito que habrían cobrado coimas elevadas a cambio de evitar secuestro de un vehículo en infracción.
Todo ocurrió dentro de un operativo que bien puede enmarcarse en un proceso positivo encarado por el jefe comunal, ya que nadie podrá oponerse a una pelea sin cuartel en contra de la corrupción.
Ahora… ¿Cómo sigue la cosa?... porque el mismísimo Fabián Ríos sabe desde que se sentó en su despacho que los nidos de corrupción no se limitan a las oficinas ahora intervenidas.
Bien puede encontrarse hechos similares, atendiendo seriamente a simples denuncias de ciudadanos directamente involucrados, en áreas tales como Control Comercial, Obras Particulares, etc.
¿Quién puede negar la cantidad de opciones que se ofrecen en las oficinas municipales cuando uno debe iniciar un trámite o cumplir con un paso administrativo obligatorio?
Se aplaude la decisión, pero no debería quedar solo en un hecho concreto.
Tampoco habrá que soslayar la cuestión política. La oficina ahora intervenida tenía una presencia mayoritaria de personal jerárquico que respondería al Camau Espínola, y muchos relacionan ésta decisión con la dura interna del PJ local.
Vale remarcar: como sea, la corrupción es corrupción… y debe combatírsela.
Por eso la pregunta: ¿por dónde seguirá, señor Intendente?