Por Daniel Caran
Con las Pascuas renovadas en los corazones cristianos la famosa frase esgrimida por el recordado Raúl Alfonsín bien puede servir para evaluar y/o analizar la realidad local en estos días, después de semanas complicadas en materia institucional.
Como marca la historia, en Corrientes no existe la paz política plena, aún en tiempos alejados de las urgencias electorales, que bien podrían justificar peleas o encontronazos.
Se decía, en ese contexto, que 2016 sería un año de plena gestión, después del duro 2015 donde quedaron muchos heridos (algunos de muerte), siempre hablando de lo estrictamente político.
Sin embargo, o se adelantaron los tiempos o no hay muchas ganas de debatir y dedicarse a gestionar, administrar y legislar.
El Senado Provincial, el Concejo Deliberante de Capital, atisbos de decisiones judiciales con tufillo a presión política, internas irresueltas, peleas indeseables… todo aparece en el cóctel actualizado del mapa actual donde protagonistas directos del quehacer local se empecinan a no torcer el rumbo de la historia… y entonces el futuro ya sabemos cómo sigue.
Y si a todo esto le sumamos que en los últimos días Ricardo Colombi admitió que elípticamente que puede ir por su ‘re re’, la torta ya tiene la frutilla y la crema… y a otra cosa.
Como si todavía no aprendimos a resolver las cuestiones desde lo institucional, algunos aventureros (o vivos) hasta se encargaron de lanzar ‘el globo de ensayo’ de un plebiscito que apruebe o no las prórrogas de mandato, en una estrategia que aún mantiene ciertos elementos raros, por usar un término fácil y genérico, que nos llevan a insinuar intencionalidades escondidas bajo quien sabe qué deseo personal o grupal.
Todo este contexto se podría sintetizar en la paz escondida de un profundo pozo: arriba, a la vista, no se observan las consecuencias.
Entretanto, mientras algunos discuten y otros analizan cómo seguir en la pelea, las postergaciones vuelven a aniquilarnos a futuro.
Y la agenda de prioridades vuelve a quedar para más adelante.
Es así. Aunque parezca que la casa está en orden, hay un mentiroso silencio que anticipa inevitables confrontaciones.