Por Daniel Caran
Mientras el panorama desolador en todo el mapa correntino está lejos de encontrar alivio y todavía la mensura de daños para la alicaída economía provincial sigue en creciente, el accionar alineado del gobierno no alcanza a paliar las múltiples calamidades que surgen a diario.
Desde la Nación el propio Presidente indicó que la región afectada por inundaciones no amerita obras de drenaje importantes y que los norteños debemos “acostumbrarnos” a la situación. Dos países, uno que recibe generosamente y otro que debe aprender a ser miserable.
Para la Provincia otra vez, los comités de crisis se multiplicaron después que la emergencia urgía para salir con el típico asistencialismo haciendo del drama una oportunidad política.
Lo cierto es que muchas decisiones oficiales, por acción u omisión, son precisamente las causas para que miles de correntinos se encuentren bajo agua. Porque la tala indiscriminada de bosques, el cultivo desordenado, el dragado deficiente son algunas cosas que se apuntaron como nocivos mucho tiempo antes que la naturaleza mostrara su peor faceta, y la ausencia de los famosos planes hídricos se reducen a ser declamaciones de campaña repetidas en cada turno electoral.
Muchos quedamos con la sensación que de nada sirven las advertencias preventivas si los funcionarios prefieren siempre sorprenderse por un fenómeno tan cíclico como previsible.
Con los nubarrones a la vista, otra vez muchos funcionarios eligieron salir de vacaciones dejando a líneas inferiores hacerse cargo de la catástrofe. Otros confiaron en manejar las cosas a través de las oficinas de prensa excusándose en herencias recibidas, pateando la pelota al pasado.
También existen los que convirtieron obstáculos en oportunidades para calzar rápidamente pilotín y botas de goma a exhibir gestos compungidos en fotos de producción cuidada. Veinte años para retratarse en los mismos anegamientos evidencian que ninguna administración arrimó soluciones, sin progreso ni evolución.
Ahora la oposición advierte que sus intendentes son ninguneados y también podría decirse que existe otra provincia cruzando hacia el sur del Río Corriente donde lo oficial abunda en presencia pero escasea en asistencia.
Saldos lamentables que empiezan a naturalizarse, pasando a ser componentes del habitual chicaneo de la grieta política.