Por Daniel Caran
"Somos parte de una sociedad bastante esquizofrénica, según como viene las cosas cambian de opinión livianamente", dijo Mario Marturet, y sus palabras sonaron sabias y concretas ante lo sucedido en las últimas horas cuando la Justicia decidió instrumentar “condenas ligth” en el juicio por delitos de lesa humanidad en el caso Ligas Agrarias.
Una vez más, la Justicia destapó sus ojos y observó el panorama… como viene la cosa.
Y aunque solo sea un caso que no tendría por qué sentar precedente, está claro que hay un evidente retroceso en cuestiones relacionadas con los derechos humanos.
Nadie se anima a negar el acomodamiento judicial a los tiempos políticos de turno, con un modelo neo-liberal que parece tener a éstas cuestiones del pasado casi archivadas y escondidas en un lejano rincón.
Y lo que con Néstor y Cristina fueron logros contundentes para recuperar la memoria y empezar al menos en el intento de curar heridas, hoy solo son recuerdos efímeros dentro de un sistema que continúa siendo nefasto.
Claro que, con absoluta honestidad, ni siquiera esos procedimientos justos fueron genuinos, si en verdad entendemos que jueces y magistrados corren de acuerdo a la flecha que indica el poder de turno.
Vale reflejar los dichos de don Mario: “creo que se va a seguir no con el ritmo que se avanzó en materia de derechos humanos. Después de que el presidente Kirchner logra anular la Ley de Obediencia Debida y pusiera en marcha los juicios que han puesto justicia y sobre todo que se logró la calificación de delitos de lesa humanidad no prescriben y seguirán mientras el tiempo dé, creo que se pueden reactivar aunque se notaba una merma en la fuerza”
¿Qué nos espera?... Sólo el aceptar la realidad, que en definitiva no es extraña a lo que viene sucediendo desde hace décadas.
