Por Daniel Caran
Hay momentos en la vida en que nos dejamos llevar por el ritmo acelerado, por la vorágine del día a día y poca atención le prestamos a lo que sucede alrededor. Por eso es que creo que todos nos debemos un espacio de reencuentro con nosotros mismos, ese que nos lleve a la reflexión para saber dónde estamos parados y hacia dónde hay que ir. Nos debemos y merecemos un momento de espiritualidad con nuestro yo más íntimo.
Están los que dicen que la fe mueve montañas y mucho depende también de cuán firmes son nuestras convicciones. Tal es así que celebro la Peregrinación Juvenil a Itatí, en la que miles jóvenes de todo el NEA van a reencontrarse con María, o tal vez con ellos mismos. Sin dudas, lo que rescato es que los que se proponen caminar hasta Ella, son jóvenes de mucha convicción y cuantiosos sueños que a través de la fe lograrán cumplir.
Quienes lleguen sabrán que han ganado mucho más que la hazaña de haberlo hecho a pie, pues lograrán cumplir el objetivo que se propusieron. Tamaña firmeza de sus convicciones y semejante demostración de fe, demuestra que podrán obtener cualquier cosa que se propongan y cumplir cada sueño que anhelen: una cuestión no menor, por la naturaleza de lo que estamos viviendo en estos días, en los que gobernantes cada vez más nos deja al pueblo menos margen para soñar.
Por eso deseo que todos y todas puedan cumplir sus metas, no solo el de llegar hasta la Virgen Morena sino en cualquier aspecto de su vida. Porque si hay algo de lo que estoy seguro es que al que obra bien, bien le va; y que no hay nada que la fe no pueda lograr.