Por Daniel Caran
No… está comprobado que no es un sinvergüenza. Si analizamos el término desde el estricto sentido gramatical está claro que Oscar Aguad tiene un dejo de vergüenza al no venir a Corrientes en la visita que hará su jefe máximo, Mauricio Macri, el próximo martes.
Al Milico, como se lo conoce, le armaron una agenda de poca trascendencia en el Viejo Continente para evitar venir a caer a las fauces de los correntinos que no nos olvidamos la pesada herencia dejada.
Puede entonces resultar obvio y políticamente correcto que Aguad, en principio referente inmediato de un Gobierno que aún cuenta con un nivel de adhesión considerable, sabrá entender las razones de su “obligada” ausencia.
En definitiva no debería ser él el principal destinatario de nuestras broncas. Sin justificarlo, al contrario, puede que su suficiente capacidad de conversión política le haya permitido escabullirse de los compromisos judiciales que debía cumplir. No por su propia decisión venía a Corrientes a declarar en horarios incomprensibles y con el apoyo logístico de todo un equipo que incluía la seguridad suficiente como para no pasar por situaciones complejas delante de la gente.
Hay otros, sentados hoy en la misma mesa del Gobierno, que avalaron, justificaron, escondieron y se adhirieron al desfalco, o al menos hicieron el menor esfuerzo en lograr esclarecer cómo desaparecieron 20 M de dólares de las cajas de la Municipalidad.
Por eso, con un dejo mínimo de vergüenza, es lógico que Aguad no quiera pisar nuestra bendita tierra… y más por éstos días, donde las mieles del éxito político lo acompañan plenamente.
Sería interesante que haya otros que se animen a reinstalar el tema y al menos recordarlo ante el presidente Macri. Pasa fundamentalmente por lo de la ‘reparación histórica’ que reclamamos desde hace décadas.
Es que deben además reparar nuestra propia dignidad: que no sigan pensando que somos todos unos idiotas de frágil memoria.