Por Daniel Caran
En medio de una semana convulsionada por hechos trágicos y otros muy poco felices, en que la Argentina vuelve a enfrentarse a una nueva crisis económica, social pero también política y hasta democrática, hace pocos días asistimos a un hecho que nos devuelve un poco de esperanza y que nos hace comprender que la lucha por los Derechos Humanos ha valido y vale la pena. Desde que nos enteramos que las Abuelas de Plaza de Mayo habían reconocido al nieto 128, la sensación no fue otra que la de emoción y orgullo para todos aquellos que tenemos un compromiso enérgico con la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Saber que este nieto ahora podrá reencontrarse con su familia y su historia, la misma que le ha sido arrebatada hace 42 años cuando comenzaba la dictadura cívico-militar, es en gran parte gracias a la lucha inagotable de un grupo de mujeres que se plantó frente a los tiranos de las Fuerzas Armadas y no bajó nunca los brazos hasta reunirse con sus nietos e hijos desaparecidos. A pesar de los embates que han sufrido las Abuelas, de las innumerables veces que intentaron desprestigiarlas o a los suyos, demostraron siempre que la lucha por la identidad, por los Derechos de todas y todos, es más fuerte que las armas y que cualquier otro poder.
Es ese, sin dudas, el ejemplo que tenemos que seguir los argentinos, las y los correntinos. En tiempos de adversidades, como los que estamos viviendo, es necesario nunca bajar los brazos, luchar por nuestros ideales y, sobre todo, por nuestra libertad. Aunque parezca hoy que la Argentina no tiene rumbo, que muchos están dormidos o que les han aplacado la conciencia social, comprendemos que cada uno de nosotros, los que estamos comprometidos con un país Nacional, Popular y Soberano, tenemos que salir adelante con firmeza y Volver a Creer; volver a gestar un país que sea de todas y todos los argentinos.
Hoy más que nunca, y siguiendo el camino de lucha y perseverancia que nos marcan grandes ejemplos como son las Abuelas de Plaza de Mayo, tenemos que estar unidos. Pero, sobre todo, convencidos de que podemos hacerle frente a los déspotas que están llevando nuestra Argentina a las ruinas. Estamos hoy ante una posibilidad enormemente grata de ser los que salvemos nuestra Patria, que la honremos devolviendo los derechos, la igualdad de oportunidades y la dignidad que nos han quitado.