Por Daniel Caran
Está más que claro que, por estas horas, la delicada situación por las inundaciones debe ser prioridad en la agenda de todos, pero esto no impide que se mencionen casos o hechos que sorprenden y hasta dan bronca.
Teniendo en cuenta que la problemática de las crecidas y sus consecuencias tendrán el debido tratamiento en este y otros medios, vale entonces poner en el medio lo que sucede en una escuela del centro, a metros del Ministerio de Educación.
¿Se puede creer que el techo de una escuela ubicada a 20 metros del despacho de la Ministra esté a punto de caerse?.
¿Cabe en algún análisis serio que nadie se inmute sobre fallas edilicias gravísimas a unos 30 pasos de las oficinas encargadas de las cuestiones relacionadas con la infraestructura de las escuelas de toda la provincia?.
O falta de gestión, o inacción.
O hasta inoperancia.
Es inentendible que en la Escuela Carmen Molina de Llano, en la esquina de La Rioja y Pellegrini, deba clausurar varios sectores porque el techo se cae.
La elocuencia de las imágenes que hoy trascendieron por todos los medios nos obliga no solo a reclamar sino también a alertarnos sobre la seria versión de funcionarios que presionan a los docentes para que éste tipo de casos no trasciendan.
En el caso de la Escuela Llano, sus autoridades debieron acudir a algunos movileros y advertirles que no den nombres ni aporten datos de las autoridades ya que rápidamente (para eso sí, corren desde las oficinas) vienen funcionarios a advertirles que “lo más prudente es el silencio”.
Como alguna vez titulamos, las escuelas se caen a pedazos, y esta vez lo irrisorio es que los restos de escombros salpican las oficinas del Ministerio de Educación… y todo sigue como si nada.