Por Víctor Santa María
El 17 de octubre de 1945 es una fecha grabada a fuego en la historia de la Argentina y en el corazón de cada peronista. Aquel día, el pueblo trabajador argentino, con un protagonismo que marcó un antes y un después en la política nacional, salió a las calles en defensa de su líder, el entonces Coronel Juan Domingo Perón. Fue una jornada que simbolizó el nacimiento de un movimiento que, hasta el día de hoy, sigue siendo una columna vertebral de la lucha por la justicia social, la soberanía política y la independencia económica.
El peronismo no solo nació en las fábricas y en los barrios humildes, sino también en el grito de millones de argentinos que entendieron que los derechos no se mendigan, se conquistan. Ese 17 de octubre, la Plaza de Mayo fue el escenario de una gesta que unió a hombres y mujeres en torno a una sola causa: la defensa de sus conquistas sociales, laborales y políticas.
Aquel 17 de octubre marcó el inicio de un camino en el que los trabajadores siempre fueron protagonistas. Desde la primera presidencia de Perón hasta el presente, el movimiento peronista ha tenido como eje central la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora, y en tiempos más recientes, los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner se erigieron como continuadores de ese legado.
Cristina Fernández de Kirchner, desde el primer día de su mandato en 2007, asumió la responsabilidad de profundizar las políticas de inclusión y justicia social que su compañero Néstor Kirchner había iniciado en 2003. Ambos comprendieron que el rol del Estado era fundamental para garantizar los derechos de los trabajadores y trabajar para reducir las desigualdades que, durante las décadas anteriores, habían sido exacerbadas por políticas neoliberales que solo favorecían a unos pocos.
Durante los años de Cristina en el poder, la Argentina vivió un período de crecimiento económico y de expansión de derechos. Las políticas de inclusión social, como la Asignación Universal por Hijo (AUH), no solo beneficiaron a millones de familias trabajadoras, sino que consolidaron el principio fundamental de que los más vulnerables debían ser los primeros en recibir asistencia y protección. Este tipo de políticas transformadoras tuvo un impacto directo en la reducción de la pobreza y la mejora de las condiciones de vida de los sectores más desprotegidos.
Además, durante su mandato se fortalecieron derechos que habían sido conquistados con el sudor y la lucha de los movimientos sindicales y sociales. La ley de movilidad jubilatoria, la universalización del sistema previsional, la ampliación de derechos laborales y las inversiones en educación y salud pública fueron pilares de su gobierno. Estas medidas beneficiaron directamente a los trabajadores, que, bajo su liderazgo, vieron un país en el que el empleo formal, los convenios colectivos y las paritarias libres eran una realidad.
Cristina, al igual que Perón en su momento, comprendió que el trabajo no es solo una fuente de ingresos, sino también una herramienta de dignificación. Durante su mandato, no solo se buscó mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores, sino que se reconoció el valor del trabajo como un motor para la justicia social. Fue un tiempo en el que los sindicatos tuvieron un papel clave en la política, logrando acuerdos y defendiendo los intereses de sus representados.
La presidencia de Néstor Kirchner, desde 2003, fue el inicio de una reconstrucción nacional luego de una de las peores crisis económicas, sociales y políticas que vivió el país. Con una firmeza inquebrantable y una visión clara, Néstor puso en marcha un proceso de reindustrialización y fortalecimiento del mercado interno, con un claro objetivo: devolverles a los trabajadores su lugar de dignidad en la sociedad.
Bajo su liderazgo, la Argentina logró renegociar la deuda externa en términos soberanos, y se recuperaron derechos laborales que habían sido eliminados durante los años de las políticas neoliberales. La desocupación bajó drásticamente, se crearon millones de puestos de trabajo y se revitalizó la negociación colectiva. Los trabajadores volvieron a sentirse respaldados por un gobierno que defendía sus intereses.
Cristina continuó este legado y profundizó las políticas que beneficiaron a los sectores populares. A lo largo de sus dos mandatos, los derechos de los trabajadores se expandieron, y la intervención del Estado en la economía fue clave para garantizar que el crecimiento económico se redistribuyera de manera justa. La estatización de los fondos de pensión de las AFJP fue una de las decisiones más importantes, al recuperar para el Estado el control de los recursos previsionales y asegurar un sistema solidario.
No cabe duda de que los mejores años para los trabajadores fueron aquellos en los que Néstor y Cristina estuvieron al frente del país. No solo por las políticas que implementaron, sino también porque supieron poner a los trabajadores en el centro de la escena, como sujetos activos y fundamentales para el desarrollo de la nación.
El 17 de octubre es una fecha que nos invita no solo a recordar, sino también a reflexionar sobre el presente y el futuro. Hoy, nuestra líder y conductora es Cristina Fernández de Kirchner, quien sigue siendo una referente indiscutida para millones de argentinos. Su lucha incansable por los derechos de los trabajadores, por la inclusión social y por la justicia sigue siendo una inspiración para todos aquellos que creemos en un país más justo y soberano.
En este nuevo aniversario del Día de la Lealtad, recordemos que la lealtad no es solo un sentimiento, sino también un compromiso con los valores que nos definen como movimiento. Como peronistas y como trabajadores, seguimos defendiendo lo que es nuestro, convencidos de que los tiempos de Néstor y Cristina marcaron el camino a seguir para lograr un país más equitativo.
Hoy, más que nunca, la unidad y la organización son nuestras herramientas para construir el futuro que soñamos. Porque, como dijo el General Perón, “los únicos privilegiados son los niños”, y en esa frase se resume nuestra tarea: luchar por una Argentina donde todos tengan las mismas oportunidades, donde el trabajo sea el motor de la justicia social y donde los derechos conquistados no sean negociables.