Por Jorge Capitanich
Haber renegociado la deuda en forma exitosa compatible con nuestra capacidad de pago, promoviendo al mismo tiempo crecimiento económico y empleo es una metodología adecuada a los tiempos que vivimos.
Los argentinos y las argentinas hemos amanecido, después de mucho tiempo, con una buena noticia: la República Argentina. Tras ocho largos meses, el equipo de Gobierno, en representación de los más de 44 millones de ciudadanos y ciudadanas, ha alcanzado un histórico acuerdo con los principales acreedores de la deuda.
No ha sido una tarea fácil. Tampoco una deuda propia. Pero sí una responsabilidad asumir, frente a nuestro pueblo y frente a la comunidad internacional, lo que hemos dicho desde el primer día: nos hacemos cargo de las obligaciones que debemos afrontar como país. La responsabilidad del que gobierna es resolver los problemas que nos impiden crecer como país, no echar culpas.
Reducir los servicios de la deuda de 30.200 millones de dólares a 4.500 millones significa un importante ahorro que, ahora, podremos destinar a la reactivación económica y a la generación de empleos de calidad.
Reducir la tasa de interés promedio de 7% a 3,07% nos evita hipotecar a las generaciones futuras, que sentirán, ahora, una menor presión.
Reducir el impacto de 54 % de cada 100 dólares de valor nominal de los títulos emitidos implicó aceptar un complejo modelo de negociación.
Reducir la deuda implica un gran salto para la Argentina. Independientemente de donde hayamos nacido o dónde vivamos, qué votemos o cómo nos llamemos. Sacarnos esta mochila de encima es, sin lugar a duda, un triunfo de todos los argentinos y todas las argentinas.
Para nuestra provincia, esta reestructuración nos permitirá reducir los intereses de la deuda emitida por la gestión anterior por 250 millones de dólares y los servicios de capital e intereses en un período de tiempo compatible con nuestra capacidad de pago.
Esta secuencia de negociación responsable, primero con acreedores externos y, luego, con el FMI, es un primer paso para la recuperación del sendero de crecimiento económico, después de tres largos años de recesión y caída del PIB. Ya hemos visto las primeras reacciones favorables: una reducción notable del riesgo país y un alza récord de la bolsa.
A diferencia de la crisis del año 2001-2002, el sistema financiero está líquido y solvente, a punto para canalizar mecanismos financieros de recuperación inmediata. Además, la capacidad industrial ociosa, junto a una infraestructura energética más desarrollada que entonces, constituye un desafío para la combinación óptima del uso de los recursos y factores productivos, con el objeto de impulsar en forma simultánea el consumo, las inversiones y las exportaciones.
La agroindustria constituye la piedra basal en el proceso de articulación de cadenas de valor agregado que promuevan empleos de mejor calidad y salarios dignos. Por eso, el presidente de la Nación, en una reciente presentación ante el Consejo de las Américas, identificó al sector agroindustrial como un eje estratégico que hay que potenciar. Y por eso también nosotros, en Chaco, hemos planteado con firmeza la creación y promoción del Consejo de la Agroindustria de Chaco. Queremos que Chaco sea la capital de la agroindustria argentina.
Más que nunca, tenemos que estar unidos. La recuperación y reactivación económica, después de esta larga y profunda crisis, necesitará del consenso de todos los actores sociales, económicos, políticos e institucionales. Lo necesitaremos para garantizar el desarrollo de una comunidad productiva de intereses y objetivos comunes a los efectos de sostener el ejercicio y la ejecución de las políticas públicas de largo plazo. Este tiempo exige maximizar las coincidencias. Ya habrá tiempos para otras disputas, pero el núcleo de coincidencias básicas es hoy una necesidad imperiosa.
Haber renegociado la deuda en forma exitosa compatible con nuestra capacidad de pago, promoviendo al mismo tiempo crecimiento económico y empleo, es una metodología adecuada a los tiempos que vivimos. Los gobernadores e intendentes hemos respaldado casi en forma unánime esta negociación defendiendo el interés nacional.
Nación y provincias. Norte y Sur. Todos juntos. Unidos para poner a la Argentina y a cada una de nuestras provincias de pie.