Por Pablo Tigani
Este artículo analiza los logros alcanzados y las tareas pendientes en el contexto de una estrategia que intenta transformar la economía argentina en un modelo más sustentable y competitivo.
La economía argentina, tras años de inestabilidad fiscal y financiera, se encuentra en un momento crucial de inflexión. Los datos recientes indican un avance significativo en áreas clave como el equilibrio fiscal y en parte la inflación, mientras tanto persisten desafíos estructurales que definen el panorama futuro. Este artículo analiza los logros alcanzados y las tareas pendientes en el contexto de una estrategia que intenta transformar la economía argentina en un modelo más sustentable y competitivo.
El desempeño fiscal se ha consolidado como uno de los pilares fundamentales del actual gobierno. La eliminación del déficit fiscal crónico es un objetivo que, en realidad, no se ha alcanzado. Históricamente señalado como el epicentro de todos los males de Argentina, ha sido drásticamente atacado, por el lado del gasto público. El relato es que, en 2024, el superávit primario se situó en 1,7% del PBI, mientras que el saldo general en apariencia mostró un superávit del 0,5% del PBI, marcando una reversión muy significativa respecto al déficit de 4,4% del PBI 2023.
La administración Milei enfrenta ahora el desafío de sostener esta disciplina fiscal en un entorno más complejo. La transición de una consolidación basada en el gasto hacia una impulsada por mayores ingresos requerirá medidas fiscales audaces, incluyendo la eliminación de impuestos distorsivos, según el consenso del marco teórico de Milei aconseja. Si bien las estimaciones actuales sugieren una brecha de financiamiento cercana a los u$s 10.000 millones, el gobierno deberá optimizar el uso de instrumentos financieros y explorar financiamiento bilateral o del FMI para cerrar esta brecha sin comprometer su política fiscal.
Inflación: De la crisis a la estabilidad relativa
La inflación, históricamente ha sido elevada en Argentina, hoy muestra signos claros de desaceleración, desde el 25% del mes de diciembre que gatillo Luis Caputo (el doble del peor mes del gobierno anterior). En octubre de 2024, el IPC mensual se redujo a 2,7%, su nivel más bajo desde 2020, pero aun casi el doble del mes de octubre 2015, cuando el IPC Congreso señalaba 1.54%. El gobierno proyecta una inflación de fin de año de 120% interanual, de difícil consecución, con una marcada tendencia a la baja hacia 2025, cuando el consenso de consultoras que apoyan a Milei, espera cerrar en torno al 30% y, el FMI habla de 45%. De todos modos, este progreso se atribuye a una estricta disciplina monetaria, apoyada por la recuperación de la demanda real de dinero y un aumento del crédito en moneda local.
Sin embargo, la estabilidad inflacionaria depende en gran medida de mantener un marco de políticas coherente, desanclando la relación histórica entre la política monetaria y el financiamiento al Tesoro. Asimismo, el proceso de desregulación del mercado cambiario, descrito por JPMorgan como “cruzar el Rubicón”, será crucial para consolidar estos avances.
Más allá de la dolarización soñada
Uno de los aspectos más innovadores de la estrategia económica del gobierno ha sido emparchar la economía bimonetaria, buscando fortalecer el rol del peso sin recurrir a una dolarización total, que claramente fracaso tal y como se había prometido en campaña.
El aumento de depósitos en divisas y el crecimiento del crédito bancario en moneda extranjera reflejan una mayor confianza en el sistema financiero. Este cambio, aunque incipiente, demuestra el potencial de estabilización cuando se combinan incentivos pro mercado con políticas prudentes.
El crecimiento de los depósitos en dólares, impulsado por medidas como un exitoso blanqueo de capitales, ha añadido liquidez al sistema financiero, permitiendo al sector privado asumir un papel más activo en la acumulación de reservas. Este fenómeno podría convertirse en un factor estructural de soporte durante parte del año 2025, para el servicio de deuda en moneda extranjera.
Atraso del tipo de cambio real
El atraso cambiario actual, en un escenario caracterizado por el fortalecimiento mundial del dólar y la depreciación del real brasileño, despierta fuertes preocupaciones sobre la supervivencia de las pymes y el impacto sobre el empleo, particularmente en áreas como el Conurbano bonaerense. Este fenómeno se ve exacerbado por la apertura económica y la reducción de aranceles ad hoc, lo que somete a las pequeñas y medianas empresas a una competencia desigual frente a bienes importados, especialmente de origen chino.
El plan Caputo, aunque sigue “aguantando”, se encuentra desamparado por reservas netas negativas del orden de u$s 6.600 millones. Esta situación obliga al BCRA a priorizar la acumulación de reservas, un objetivo del FMI que demanda un tipo de cambio más alto que el vigente. Bajo estas condiciones, proyectar un tipo de cambio de $/u$s 1.180-1.244 para octubre de 2025 parece insuficiente para garantizar una economía resiliente. Este desafío se agrava por la ausencia de reformas estructurales que este tipo de programas debe implementar para incrementar la productividad y la competitividad.
Además, un funcionario importante ha señalado que las pymes representan solo una “etapa” en la evolución empresarial, justificando implícitamente su desaparición como un destino natural bajo estas circunstancias. Esta visión resulta profundamente cuestionable en una economía históricamente proteccionista, donde las pymes no solo son esenciales para el tejido industrial, sino también para el sustento de miles de familias. Abrir la economía sin un tipo de cambio competitivo podría desencadenar una ola de cierres empresariales, afectando gravemente la producción local y el empleo.
Análisis relativo del tipo de cambio en los “picos históricos”
Por cierto, todas las situaciones eran distintas, pero cada vez que el tipo de cambio se apreció excesivamente, se produjeron “over shootings” (disparos exagerados). Consideremos los picos cambiarios y las famas que aún resuenan, tras un período de atraso. Recapitulando sucesos y cotización histórica trasladada en el tiempo:
José María Guido: $2.639.Onganía: $2.236.Lanusse: $2.095.“Rodrigazo”: $1.990.Martínez de Hoz: (inicio $2.596, fin de la “plata dulce” $690).Nicolaides: $2.586 en 1983.Alfonsín, “Plan Austral”, inicio: $2.435.Alfonsín antes de anunciar su renuncia anticipada: $4.426.Menem al cumplirse 3 trimestres de gobierno: $2.999.De La Rúa, últimos días de la Convertibilidad: $870Duhalde, 6 meses después del fin de la Convertibilidad: $2456.Macri “vuelve al FMI”: $1.552.
El atraso promedio desde los años 60 se estima en 40%. Además, la apreciación del peso frente al real brasileño desde el inicio del actual gobierno alcanza un 80%, hecho alarmante considerando que Brasil representa el destino del 20% de nuestras exportaciones.
La situación actual presenta desafíos únicos, aunque los productos primarios ahora incluyen recursos como gas, petróleo y minerales, la deuda pública total ha alcanzado niveles récord en relación al PBI. Este contexto refuerza la necesidad de ajustar el tipo de cambio para evitar que un eventual shock exógeno o un episodio fortuito de cualquier índole, detone una crisis cambiaria y financiera de mayor envergadura, protegiendo al mismo tiempo la estructura productiva y social del país.
Crecimiento, después de fundir 3 de los 4 cilindros del motor económico
La actividad económica venía dando muestras de fragilidad con Fernández, pero con Milei ha caído en picada desde diciembre 2023. El presidente apagó 3 de los 4 cilindros del motor de la economía. Desplomó el consumo, la inversión y el gasto publico en 2024. Solo crecieron las exportaciones comparadas con un 2023, donde el derrumbe de las exportaciones por la sequía, alcanzó alrededor de (-23.000 millones de dólares). La estrategia es la misma que “el marketing de inflación”: marcar un quinto subsuelo de desplome para luego llamarle “crecimiento” al invariable “rebote técnico” del PBI, proyectado por J.P. Morgan en 4,4% para 2025. Este repunte seria liderado por el sector exportador y el impulso de la alicaída demanda interna, apoyado por una política fiscal y monetaria sincronizada. Sin embargo, mantener esta envión requerirá resolver las rigideces del mercado laboral y profundizar la inversión en sectores estratégicos como la energía y la tecnología.
Desafíos y oportunidades hacia 2026
Si bien el gobierno ha demostrado cierta capacidad para hacer que la ciudadanía “pase por alto” los daños colaterales, los próximos dos años serán críticos para afianzar las bases de una eventual consolidación del camino escogido. Las necesidades del marco teórico liberal-libertario incluyen:
Desmantelar el “cepo Macri 2019”: implica volver a integrar a la Argentina a los mercados globales, extraviados desde que el mismo ministro Caputo con el propio compañero Sturzenegger, sobrellevaron que Argentina “se cayera del mundo”, acudiendo desesperadamente al FMI.Negociar un nuevo acuerdo con el FMI: deberá incluir metas realistas y mecanismos de apoyo que no comprometan la soberanía económica.Fortalecer las reservas netas: requerirá tanto la atracción de inversión extranjera como la generación de superávits comerciales sostenidos.
La economía argentina, bajo la gestión de Javier Milei, avanza en un sendero cargado de dilemas. Mientras el gobierno celebra ciertos logros, como la reducción del gasto público y la estabilidad inflacionaria relativa, los costos sociales y productivos empiezan a asomar como desafíos insoslayables. Sin una estrategia clara que permita reconstruir el tejido social y potenciar la competitividad estructural, el proyecto libertario corre el riesgo de convertirse en una narrativa incompleta. La historia juzgará si estos primeros pasos fueron el preludio de una transformación duradera o el inicio de un espejismo que dejó más preguntas que respuestas.
Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros