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Opinión del Lector

Por qué las personas consumen drogas y alcohol a pesar de saber que les hace daño

Eduardo Lavorato

Por Eduardo Lavorato

Pese al incremento de los hábitos toxicómanos, y las problemáticas que conlleva, hay una notable disminución de la percepción sobre el riesgo.

“La única manera de lidiar con este mundo sin libertad es volverte tan absolutamente libre que tu mera existencia sea un acto de rebelión”. La frase del filósofo francés Albert Camus, refleja la importancia de buscar la coherencia entre lo que se piensa y lo que se hace. Poniendo en valor la integridad humana y como su proceso lleva a la propia autorrealización. Sin embargo, hay mecanismos internos que presentan resistencias limitando tanto a la salud emocional como a las demás áreas de la vida.

En este artículo se abordará, la “disonancia cognitiva” una problemática psicológica, que contribuye a la consistencia de las adicciones tornándolas esclavizantes para la vida humanas.

El Informe Mundial sobre Drogas de 2022, publicado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD), muestra que Argentina es el país sudamericano donde más aumentó el consumo de cocaína en la última década, pasando del 0,7% al 1,6% de la población adulta. También señala que el consumo de cannabis se incrementó del 3,5% al 8,3% en el mismo período.

Llamativamente, pese al incremento de los hábitos toxicómanos, y las problemáticas que conlleva - sociales, educativas, laborales, criminógenas, sanitarias entre otras - hay una notable disminución de la percepción sobre el riesgo tanto de la sociedad en general y la clase política en particular – ningún candidato a presidente ha mostrado una clara sensibilidad hasta el momento al respecto –.

Este contexto, se agrava en las poblaciones juveniles – las más vulnerables- dado que es habitual observar una clara defensa y hasta justificación de esos hábitos, negando el riesgo al que se exponen y las limitaciones que enfrentarían en el transcurso de sus vida de sostener abusivamente el consumo.

Este “Autoengaño” referido a los patrones conductuales de las personas, fue estudiado por Leon Festinger en el año 1957 , quien lo definió como: “Disonancia cognitiva”, el conflicto mental que ocurre cuando los comportamientos y creencias de una persona no concuerdan, y explicó cómo las personas intentan mantener la consistencia interna de sus creencias y de las ideas que han interiorizado, recurriendo a veces a la auto justificación o al cambio de actitud.

La “Disonancia cognitiva” es un concepto de la psicología social que se refiere al malestar o tensión que experimenta una persona cuando sus creencias, actitudes o valores entran en conflicto con su comportamiento. Por ejemplo, una persona que cree que fumar es perjudicial para la salud, pero igualmente lo hace de forma compulsiva.

La disonancia cognitiva puede tener efectos negativos en el bienestar psicológico y en la toma de decisiones de las personas, ya que genera ansiedad, estrés, culpa o arrepentimiento.

Para reducir la disonancia cognitiva, las personas pueden adoptar diferentes estrategias, como cambiar su comportamiento, modificar sus creencias, racionalizar sus acciones o buscar información que confirme su punto de vista.

En los consumidores de drogas ilícitas, es habitual observar la mencionada disonancia cognitiva, por un lado; justifican su consumo, y al mismo evidencian la afectación de su salud física, mental o social interfiriendo con el cumplimiento de sus obligaciones personales, familiares, laborales o sociales.

  • Pese a los efectos de bienestar, impulsados por el narcomarketing la percepción positiva de algunos sectores sociales que proponen la liberación de las drogas, entre las consecuencias sanitarias y sociales vinculadas a su consumo, se pueden mencionar:
  • Problemas familiares, como conflictos, violencia, separación o abandono, que pueden deteriorar el clima y la calidad de las relaciones afectivas entre los miembros de la familia.
  • Problemas escolares o laborales, como bajo rendimiento, ausentismo, deserción o despido, que pueden afectar la trayectoria educativa o profesional de los individuos.
  • Problemas sociales o comunitarios, como aislamiento, estigma, discriminación o marginación, que pueden afectar la autoestima y la integración social de los individuos.
  • Problemas económicos o legales, como endeudamiento, pobreza o delincuencia, que pueden afectar la seguridad y la estabilidad material de los individuos.
  • Retraso o interrupción del crecimiento físico e intelectual de los niños y adolescentes que consumen drogas o que viven en entornos familiares donde se consume.
  • Pérdida o limitación de las oportunidades y capacidades para alcanzar un nivel óptimo de salud,Alteraciones físicas, como daños en el sistema nervioso, cardiovascular, respiratorio, digestivo o inmunológico, que pueden provocar enfermedades crónicas o agudas, como accidentes cerebrovasculares, infartos, hepatitis, cirrosis o infecciones.
  • Alteraciones mentales, como trastornos del ánimo, la ansiedad, la memoria, la atención, el aprendizaje o la personalidad, que pueden afectar el funcionamiento cognitivo, emocional y conductual de los individuos.
  • Alteraciones del sueño, como insomnio, somnolencia o pesadillas, que pueden interferir con el descanso y la recuperación del organismo.
  • Alteraciones sexuales, como disfunción eréctil, infertilidad o transmisión de enfermedades de transmisión sexual (ETS), que pueden afectar la salud reproductiva y la calidad de las relaciones íntimas.
  • Alteraciones nutricionales, como desnutrición, obesidad o anorexia, que pueden afectar el equilibrio y el funcionamiento del metabolismo.
  • Dependencia física o psicológica a las sustancias, que se manifiesta por la necesidad de consumir cada vez más cantidad o frecuencia para obtener los mismos efectos o para evitar el síndrome de abstinencia.
Entre los factores que propician la disonancia cognitiva en el consumo de drogas y alcohol se observan los siguientes:

La exposición a información contradictoria o desafiante sobre los efectos de las drogas, como campañas de prevención con información distorsionada, testimonios de personas afectadas o evidencia científica de fuentes insolventes o subsidiadas por el narcotráfico o narcomercado.

La confrontación con las consecuencias negativas del consumo de drogas en la propia salud, atribuyendo a su consumo percepciones sociales vinculadas con el bienestar o el desarrollo humano, el tratamiento de enfermedades, o respuestas para atenuar el estrés de los problemas familiares, laborales o legales, o pérdida de oportunidades.

La comparación con otras personas que consumen drogas, de periodistas, locutores, políticos, formadores de opiniones, músicos, actores o personajes de series, entre otros. Mostrando que, al consumirlas, muestran una mejor calidad de vida o un mayor logro de sus metas.

La presión o social a favor del consumo de drogas, criticando, o rechazando el consejo o la ayuda de familiares, amigos o algún profesional

Las estrategias que contribuyen a la disminución de la disonancia cognitiva y contribuyen a la disminución del consumo problemático de drogas.

  • Cambiar la actitud frente al consumo de droga. Disminuyendo o abandonando el uso de sustancias que causan daño o conflicto con las propias creencias o valores saludables.
  • Gestar una conciencia de enfermedad; Asumir las propias creencias o actitudes sobre el consumo de drogas, aquellas que minimizan o niegan los riesgos o las consecuencias negativas, justificando o racionalizando las razones o los beneficios del consumo. Ideas que favorecen una visión más flexible o tolerante.
  • Buscar información que confirme o refuercen los comportamientos que buscan alejarse del consumo de drogas, elegir frecuentar lugares con pares, familiares o amigos que no se encuentren en situación de consumo.
  • Interiorizarse sobre la información que cuestione el comportamiento de consumo de drogas, con datos objetivos, veraces o actualizados.
En síntesis; el consumo problemático de drogas y la disonancia cognitiva que puede generar son problemas complejos que requieren respuestas integrales y coordinadas desde los distintos niveles y sectores de la sociedad.

Es necesario contar con información confiable y actualizada sobre la magnitud, el perfil y las tendencias del consumo de drogas y la disonancia cognitiva en Argentina y en otras regiones del mundo, así como sobre los factores que influyen en su generación y reducción, los efectos que tiene en la salud, el bienestar y el desarrollo humano, y las estrategias de prevención, tratamiento e integración social que se implementan para abordarlos.

Solo así se podrá diseñar e implementar intervenciones eficaces, eficientes y éticas que contribuyan a mejorar la calidad de vida de las personas que consumen drogas o que se ven afectadas por el consumo problemático de drogas.

Presidente CIMACUP. Docente universitario UAI

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