Por Damián Bendersky
El presidente de Brasil tuvo que ser internado de urgencia el martes pasado para drenar un hematoma intracraneano.
Una hemorragia intracraneal puede estar tanto dentro del mismo cerebro en sí (conocido como hemorragia intracerebral o hematoma intraparenquimatoso) o entre el cerebro y el hueso del cráneo. Estas últimas ocurren entre las membranas que cubren al cerebro llamadas meninges y toman su nombre según entre cuales de estas ocurran: hemorragia subaracnoidea (entre aracnoides y piamadre), hematoma subdural (entre duramadre y aracnoides) o hematoma extradural (entre duramadre y hueso del cráneo). Cada tipo de hemorragia intracraneal tiene sus propias causas más comunes y su propio manejo (aunque esto último depende de cada caso en particular también). El diagnóstico de las distintas hemorragias intracraneales se realiza mediante estudios por imágenes, tanto tomografía como resonancia magnética, siendo más frecuente para estos casos la utilización de la primera.
El hematoma subdural es un tipo de hemorragia que en casi todos los casos tiene su origen en un traumatismo de cráneo. Muchas veces se diagnostica tiempo después del traumatismo. Esto ocurre debido a que inicialmente el hematoma subdural agudo es un coagulo firme de sangre que si es fino puede reabsorberse solo (y hasta no generar síntomas), pero en otros casos esto no ocurre sino que evoluciona hacia un hematoma subdural crónico. En ese proceso va aumentando progresivamente su tamaño tanto por acumulación de agua en el espacio subdural (por un efecto osmótico) como por pequeños resangrados desde la pared del hematoma en sí. Entonces, llega un momento en que el hematoma comienza a comprimir el cerebro subyacente y generar síntomas como: cefalea, dificultad para mover uno o mas miembros, problemas para hablar, somnolencia, alteraciones sensitivas, entre otros. Durante el paso de hematoma subdural agudo al estadio subagudo y luego al crónico, el mismo va dejando de tener consistencia firme y pasa a ser líquido, terminando con un aspecto semejante al de aceite de auto.
Los hematomas subdurales sintomáticos, así como aquellos que tienen un mayor grosor o volumen, deben ser evacuados quirúrgicamente. La estrategia quirúrgica depende de la consistencia del hematoma y de su ubicación. Los hematomas más sólidos (agudos) requieren realizar una craneotomía; es decir, una ventana en hueso del cráneo, que luego se vuelve a cerrar fijando el hueso con diferentes métodos. Los hematomas subdurales crónicos, al tener consistencia líquida, pueden evacuarse mediante dos agujeros que se realizan en el cráneo sin necesitar la realización de una craneotomía, que es un abordaje quirúrgico de mayor envergadura. Los hematomas subdurales subagudos (o sea en un estadio intermedio entre los agudos y crónicos) pueden tener una consistencia más sólida o más líquida dependiendo de cada caso y por lo tanto, el neurocirujano decide su estrategia según cada paciente en particular.