Por Esteban Bayer
Las bestias andan sueltas. No hay caso. Son necios. Deberían hacerle caso a la importancia del ejercicio de la Memoria, aquella que tanto intentan ridiculizar, negar, tapar, callar. Les horroriza la Memoria. Pero deberían haber aprendido a ejercerla. Porque de esa manera sabrían que Osvaldo vuelve.
Al viejo no lo pararon todos los golpes que le dieron a lo largo de su vida. Y menos lo van a parar ahora con una topadora.
¿Tanto les sigue doliendo a los poderosos su palabra, sus libros, sus denuncias, sus verdades, que ahora intentan hacerlo desaparecer reduciendo a chatarra y escombros un monumento con el que el pueblo de Santa Cruz y de la Patagonia entera le rendía homenaje en reconocimiento a su obra, su conducta, su coraje?
Intentaron callar su verdad con los más diversos mecanismos de la represión y persecución. De haber aprendido de la Memoria, sabrían que todos sus intentos fracasaron.
Los terratenientes de la Patagonia, los militares, los jerarcas de la Sociedad Rural, los alcahuetes de turno, los negadores del genocidio a los pueblos originarios, los cómplices de las dictaduras , los detractoras de Madres y Abuelas, los dueños de los diarios que lo prohibieron y echaron, jamás aceptaron el desafío permanente de la ética de Osvaldo, que los convocaba a debatir sobre la verdad. Nunca tuvieron ese coraje. Optaron por el ataque vil y despiadado, y de eso saben mucho. Pero no le prestaron atención a la Memoria.
Lo encarcelaron (varias veces) por su periodismo independiente, le quemaron los libros de la Patagonia Rebelde y los otros, le prohibieron películas, lo amenazaron de muerte, lo echaron al exilio, lo expulsó Gendarmería de la ciudad en la que vivíamos y el Senado de la Nación de su recinto. Le iniciaron decenas de juicios (los ganó a todos). Y la lista de querer hacerlo callar es larga. Pero más largo es su coraje rebelde y sus regresos.
Lo que jamás se imaginó, que ahora hasta con una topadora lo quieren castigar . Pero no aprendieron. Deberían saber que Osvaldo vuelve, y con más fuerza que nunca.
Este gobierno de sátrapas, de negacionistas, de serviles, de cobardes, recurre una vez más a la violencia para tapar la verdad que los incomoda. Siembra violencia.
Pero Osvaldo, hoy, apenas unos instantes de haber sido convertido en escombros y chatarra, empezó a resurgir.
Una ola de solidaridad inundó todo el país por indignación, en repudio, dándonos un abrazo, dándole la mano a Osvaldo para que se sacuda el polvo de encima y vuelva a sonreír. No solo en un monumento restituido. Sino en infinitos monumentos, en calles y plazas, en canciones, poemas y bibliotecas que ya empezaron a aparecer. Pero sobre todo en el corazón del pueblo, aquel que no olvida y ejerce la Memoria. Y lo bueno de esto: aquellos que no lo llegaron a conocer en vida, ahora sí saben de quien se trata.