En marzo del año que viene, un mes después que haya terminado la 27ª edición de la Fiesta Nacional del Chamamé, habrán pasado cinco años de la promesa hecha frente a los propios espectadores, cuando el gobernador Ricardo Colombi anunció que se hará una ampliación y remodelación del Anfiteatro Cocomarola. Otra promesa incumplida.
La gente, el público, el correntino, constantemente toma nota de este tipo de deslealtades y al final del camino siempre le pasa facturas a las mentiras.
La única fiesta verdaderamente popular que hace más que conocida a Corrientes en el mundo del turismo y la cultura, siempre fue bastardeada por los gobernantes de turno, desde aquella inauguración a las apuradas de Pocho en 1987 cuando se estaba yendo en diciembre, realizada en medio de baldosas rotas, falta de iluminación, pastos altos, bancos flojos y revoques sin fraguar, con placas alusivas atadas realmente con alambre.
Hasta llegar a este gobernador que hace más de cuatro años prometió el oro y el moro. Algo que finalmente quedó en la nada con un anfiteatro que luce las mismas limitaciones y mediocridades de hace treinta años. Todo se vio superado por el paso del tiempo. Como si fuera la película de Pinocho. Cada vez que habla es para que le crezca la naríz.
PARA RECORDAR
El 26 de marzo de 2012 se anunciaba que el Anfiteatro Cocomarola recibirá nuevas refacciones para “fortalecer el turismo”
El gobierno de la provincia de Corrientes a través del Instituto de Cultura, firmó en la mañana de ese lunes 26, un convenio con el Consejo Profesional de la Ingeniería, Arquitectura y Agrimensura de Corrientes para la realización del concurso de diseño del anteproyecto referido a la ampliación y remodelación del Anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola, epicentro de la Fiesta Nacional del Chamamé y otros eventos culturales de interés para la región y el país.
Se firmó el convenio que después durmió el sueño eterno.
