El mandatario provincial no hizo anuncios sobre cómo encarará futuras contingencias ígneas que podrían volverse a dar, ante la falta de recursos para contenerlas. Apeló a los viejos latiguillos de correntinidad.
El gobernador demoró 40 minutos en pronunciar la palabra “incendio” en su mensaje inaugural de sesiones ordinarias para este 2022, ante diputados y senadores provinciales, habló durante una hora siete minutos. El 70% del contenido de ese mensaje, discurseó sobre tópicos bien conocidos por los correntinos correntinas.
Que vivimos en democracia hace 21 años aludiendo a la continuidad institucional en la provincia desde la última intervención federal ocurrida entre 1999 y 2001.
Solamente algunos párrafos fueron destinados por el gobernador a la tragedia que aún atraviesa la provincia: 11% de su superficie quemada de la cuales más del 60% de ese territorio pertenece a humedales, bosques nativos ubicados en los Esteros del Iberá.
Pero no hubo anuncios del mandatario provincial sobre equipamiento a bomberos o la creación de equipos especiales de brigadistas. Tampoco hizo mención alguna a la adquisición de aviones o helicópteros hidrantes. ¿Habrá que volver a pedir prestado en caso de tener que volver hacer frente al fuego?
El mandatario provincial insistió con la vieja grieta local de provincia-nación, como si se tratara de dos países diferentes. En medio de la tragedia volvió a elegir ese camino ya conocido por los correntinos y correntinas desde hace dos décadas.
Luego, en el final de su mensaje apeló a las viejas frases de la correntinidad, mencionando a próceres como San Martín y chamameceros, todo para unas gradas que estaban semi vacías y lo generó una de las pocas andanadas de aplausos.
En el final quedó la sensación de vacío. Se esperan algún cambio de rumbo sobre más de $70 mil millones de pérdidas que por ahora se aproxima a un cálculo sobre las pérdidas por el fuego. Pero no, el discurso volvió a girar sobre un mismo libreto conocido desde hace tiempo.