En la Catedral "Nuestra Señora del Rosario" ayer se hicieron los oficios por la fiesta litúrgica de la Solemnidad de la Anunciación del Señor y se celebró el Día del Niño por Nacer. Además, se rezó por el cese de la guerra entre Rusia y Ucrania.
La comunidad católica correntina conmemoró ayer la fiesta litúrgica de la Solemnidad de la Anunciación del Señor y celebró el Día del Niño por Nacer. Las actividades organizadas por el Arzobispado tuvieron como epicentro a la catedral "Nuestra Señora del Rosario".
Al atardecer, en el atrio del templo se rezó el Santo Rosario por la vida. Luego, el obispo auxiliar, José Adolfo Larregain encabezó la eucaristía y dio una bendición especial a las embarazadas.
"La liturgia de la iglesia recuerda hoy -por ayer- la encarnación del hijo de Dios en el vientre de la Santísima Virgen María, quien nueve meses después nace en la fecha que celebramos la Navidad. Por eso hoy también se conmemora el Día del Niño por Nacer", señaló Larregain en contacto con época.
En esa línea, el Pastor comentó que "es un día de celebración de la vida, para darle gracias a Dios por el don de la vida. Debemos cuidar, respetar, valorar y promover la vida. Esa es la tarea de cualquier persona porque es algo humanitario, trasciende los credos". Bajo esa premisa, el Obispo Auxiliar, insistió: "Hoy más que nunca todos estamos llamados a defender, cuidar y proteger la vida".
Por otra parte, en la eucaristía, se hizo también la Consagración de la humanidad, y especialmente de Rusia y Ucrania, "al inmaculado Corazón de María" en adhesión a conceptos del papa Francisco.
Con este gesto, que consagra a ambos países que se hallan en conflicto bélico, la Iglesia refleja "la plena confianza de los hijos que, en la tribulación de esta guerra cruel e insensata que amenaza al mundo, recurren a la Madre, entregándose totalmente a Ella", expresó el Santo Padre.
El acto de Consagración central se llevó a cabo ayer en Roma, en el marco de la celebración de la Penitencia en la Basílica de San Pedro. Un gesto -dijo el Pontífice- que no es una fórmula mágica, sino un acto espiritual que refleja "la plena confianza de los hijos que, en la tribulación de esta guerra cruel e insensata que amenaza al mundo, recurren a la Madre, entregándose totalmente a ella".