Mientras la ciudad se vuelca con ánimo festivo en las celebraciones del 35º aniversario de la caída del Muro de Berlín y rememora todas aquellas historias personales de división, de familias que no pudieron verse en décadas y de huidas en las que se arriesgaba la vida en pos de la libertad, hay una berlinesa todavía atrapada. Ares Marrero sigue lamentando, a fecha de hoy, no poder volver a casa. Su muro todavía no ha caído.Ares fue la nieta de un español, Andrés Marrero, que llegó como ingeniero para la construcción de la base Guantánamo en los años trienta y que lograría después éxitos empresariales en la Cuba de Batista, hasta que los \'verdeolivos\' se lo llevaron un día de casa para ser torturado y asesinado en la prisión de Villa Marista, según consta en el \'Archivo Cuba\', que guarda la memoria de las víctimas del castrismo. También fue la hija de una revolucionaria que alcanzó altos puestos en la administración comunista, como embajadora en diversos países de la égida soviética. Destinada a formar parte de los futuros cuadros de élite revolucionarios, Ares Marrero compartió internado militar con los hijos del Che y con la hija de Fidel, aunque su inclinación a las artes, tanto como su falta de vocación castrense, la distanciaron pronto de aquellos círculos. Se formó como directora de cine y dramaturga y, ya con varias reconocidas obras bajo el brazo, viajó a Moscú en 1987 para un prestigioso postgrado. Eran los tiempos de la \'perestroika\' y, como muchos otros jóvenes estudiantes en Rusia, participó en marchas a favor de la Glásnost de Mijail Gorbachov, lo que le valió la expulsión «con deshonor» de la academia estatal rusa y el rechazo de las autoridades de su propio país, que la designaron como «emigrante por tiempo indefinido». «Me involucré allí con el quipo que hizo la primera película sobre las cárceles de Cuba: \'Nadie escuchaba\' (Jorge Ulla y Néstor Almendros). La prensa investigó quiénes eran esos alumnos de cine cubanos en Moscú y muchos fueron castigados», recuerda. Mientras Alemania se entregaba a la reunificación y muchos países soviéticos emprendían sus caminos hacia la independencia y la democracia, Cuba se enrocó en el castrismo y «muchos cubanos quedamos varados en Europa por la caída del Muro de Berlín».Noticia Relacionada CELEBRACIÓN estandar Si Cita en Berlín: el valor de la libertad a los 35 años de la caída del Muro Rosalía Sánchez | Corresponsal en Berlín El 8 y el 9 de noviembre la capital alemana celebra con un amplio programa de eventos y exposiciones uno de los acontecimientos más importantes de la historia de Europa y del mundoAres salió hace 37 años para cursar un máster y todavía no ha podido volver. La separa de la tierra en la que creció un muro todavía en pie y al que alude en sus poemas, recién publicados en el volumen titulado \'Berlinario\'. «El cielo sobre Berlín. Turistas comprando piedras de un muro que dicen que ha caído», dice en uno de sus poemas, «La paz sea conmigo». El trauma del Muro es mucho más profundo que la imposibilidad del viaje trasatlántico o la negación de volver a los rostros y los paisajes de su infancia. Sólo desde fuera de Cuba llegó a tener conocimiento de la verdadera causa de la muerte de su abuelo: había sido su propia familia, seguramente su propia madre, de donde había partido la denuncia que dio con él en prisión y lo llevó a la muerte. «Soy tus ojos, abuelo, soy tu cabello, soy esa niña que ya no recuerdo», escribe en su \'Berlinario\'. Toda su vida, en fin, quedó determinada por el 9 de noviembre de 1989. En su obra \'Vulnerable\' habla de esa mujer en rebeldía y aislamiento, que se ve obligada a erigir sus propios muros en torno a sí para sobrevivir, de forma que termina víctima de otra dictadura, autoejercida sobre su propia personalidad.En el 35º aniversario de la caída del Muro, Ares Marrero recuerda que «en Moscú estábamos eufóricos», aunque aquella esperanza de que el castrismo caería como consecuencia, fue muriendo con el tiempo. También recuerda que, en el 11J, en manifestaciones en las que participó muy activamente a partir del 5 de diciembre de 2020 con el movimiento \'Berlin Opus Cuba\', volver a sentir algo parecido. « No es necesario explicar lo que significó para el mundo la caída del Muro de Berlín , está suficientemente documentado, pero para los cubanos, que hemos seguido bajo la égida de un sistema sometido por el muro del miedo, el muro del hambre, el muro de la ignominia y de la mentira, que sostiene un campo de concentración cultural, para eso no tengo una palabra», reconoce. «La palabra no es esperanza, es otra cosa, quizá ilusión, un resurgir de la fe... tengo que sentarme pensar cuál es esa palabra que define lo que sentimos cuando vemos aparecer un lejano signo de que pueda caer ese muro».