«Incluso tengo amigos indocumentados que iban con Trump». Adrián Martínez, un joven puertorriqueño, cuenta que la gran mayoría de sus amigos, familiares y vecinos de la comunidad hispana votaron a Donald Trump. Habla con este periódico días después de que los estadounidenses fueran a las urnas y dieran un respaldo contundente al candidato republicano. Y lo hace desde West Palm Beach, cerca de Mar-a-Lago, la mansión y club privado del ya presidente-electo.Él dice que no votó a nadie, que ninguna opción le convencía. «Pienso que mi vida va a seguir igual con uno u otro», asegura sobre Trump y la que fue su rival, la demócrata Kamala Harris . «Pero la mayoría de mi gente votó a Trump por la economía. No hemos estado bien los últimos cuatro años».Esa preocupación por la economía llega, en sus palabras, hasta algunos inmigrantes indocumentados, más preocupados por llegar a fin de mes que por las amenazas de «deportación masiva» que ha prometido Trump para los cerca de 11 millones de personas en esa situación en EE.UU.Noticia Relacionada estandar Si Pocos impuestos, muchas deportaciones: así será el nuevo Gobierno de EE.UU. Javier Ansorena | Enviado especial a West Palm Beach (Florida)El de Adrián es solo un fotograma de una película ha supuesto un terremoto en esta elección y que siembra dudas sobre el futuro del Partido Demócrata: la fortaleza de Trump con el voto hispano, que se ha sacudido el dominio tradicional de los demócratas.42% del voto hispanoEl 42% del voto hispano eligió al candidato republicano, según las encuestas a pie de calle de la agencia AP. Es el porcentaje más alto desde que George W. Bush -un presidente popular entre los hispanos, de Texas, que chapurreaba el español y tenía una cuñada latina obtuviera- el 44% en 2004.Eso cambió con Barack Obama -llegó al 71% de este electorado en 2012- y los demócratas confiaban que, con alguien como Trump como candidato, su dominio entre los hispanos solo se profundizaría. Trump fue quien abrió su candidatura para la elección de 2016 insultando a los inmigrantes mexicanos: «Traen crimen, traen drogas, son violadores». El que en la Casa Blanca aprobó la práctica de separación de familias de inmigrantes en la frontera. Que este año acusó a los indocumentados de «envenenar la sangre del país». El mismo que no ha dejado de mejorar sus números entre los hispanos: solo le votaron el 28% en 2016; pero en 2020 ya fueron el 35% y este año ha estado cerca de batir a los demócratas en este electorado pujante, que los republicanos no ganan desde hace más de cinco décadas, cuando la población hispana era muy inferior a la actual.«Ronald Reagan siempre decía que los latinos son republicanos, pero todavía no se han dado cuenta», explica a este periódico Jaime Flórez , que ha dirigido la comunicación para asuntos hispanos de la campaña de Trump. Flórez no oculta su entusiasmo por los resultados y por el impacto de su trabajo en un electorado que «los demócratas han dado por suyo».La referencia a Reagan tiene que ver con una idea muy repetida por los republicanos. Los valores conservadores de familia, de religión, de libertad, de espíritu de sacrificio se alinean mucho mejor con los votantes hispanos que la ideología \'woke\' que ha acaparado buena parte de la atención del Partido Demócrata en los últimos años.«No estoy de acuerdo ni en el aborto ni en todo eso de los cambios de género», contaba a este periódico, antes de la elección, Manuel ÁVila, un votante de Nevada, uno de los estados con más porcentajes de hispanos del país y decisivo en esta elección. Ávila iba a votar a Harris porque Trump le parece un «peligro» para su comunidad, pero muestra que, en lo social, está, como muchos en su entorno, cerca de los conservadores.No es un bloqueLos expertos electorales repiten a todo aquel que les quiera escuchar que el voto hispano no es monolítico. Es algo bien conocido: nada tienen que ver los cubanos del exilio castrista de Miami (Florida), con los puertorriqueños -con ciudadanía estadounidense desde nacimiento- de Allentown (Pensilvania), con los mexicanos del Valle del Río Grande (Texas), que llevan más generaciones en ese territorio estadounidense que casi cualquier familia blanca.En demasiadas ocasiones, las campañas demócratas los toman como una entidad, como un bloque, e incluso los asocian con otros minorías, como con esa frase habitual de «nuestras comunidades negras y marrones», en referencia a la minoría afroamericana y a la minoría hispana.Cubanos en Miami que apoyan a Trump EFE Un vuelco en la frontera y un chiste sin impacto No solo es la economía. El trasvase de voto hispano de los demócratas a Donald Trump también tiene que ver con el caos migratorio que ha vivido la Administración de Joe Biden y Kamala Harris. Se percibe a la perfección en los condados fronterizos de Texas, por donde se han colado millones de inmigrantes indocumentados durante los últimos cuatro años. El caso más relevante es el condado de Starr, el más hispano del país, con 97% de población hispana. En un territorio que ha votado demócrata desde 1896, ha ganado Trump. No es algo anecdótico: el candidato republicano se ha impuesto en 14 de los 18 condados de Texas que jalonan la frontera con México (en 2016, los demócratas ganaron 13). Tampoco tuvo impacto en el resultado el chiste insultante con los puertorriqueños que contó un comediante en los prolegómenos de un mitin de Trump en Nueva York, donde los calificó de «isla de basura flotante». Los demócratas trataron de aprovecharlo para movilizar el voto hispano. En especial, en Pensilvania, el estado más decisivo, donde hay una comunidad puertorriqueña importante. Pero Trump duplicó su porcentaje de voto hispano en este estado respecto a 2020.Trump les ha hablado como a ciudadanos que comparten problemas y él es la solución. «¿Estáis mejor que hace cuatro años?», ha sido la pregunta de arranque de muchos de sus mítines. Una apelación al bolsillo, que afecta sobre todo a la clase trabajadora en la que se encuadra la mayoría de los electorados hispanos. «Los latinos han respondido con claridad a la pregunta», dice Flórez, que además considera que los demócratas se han pegado tiros en el pie con estos votantes. «Nos preocupa mucho que en el Partido Demócrata haya especial interés en complacer los caprichos del ala de extrema izquierda de este partido. Cuestiones medioambientales, sociales, identidad de género, teoría crítica de la raza y otras cosas que para nosotros los latinos no son para nada importantes», defiende. «Nadie me está haciendo ningún favor como latino llamándome \'latinx\'», añade sobre el término inclusivo surgido hace años en las elites izquierdistas.Economía, el gran movilizadorLa economía ha sido el gran movilizador del voto, pero no el único. Los hispanos han demostrado que el caos migratorio de la Administración Biden-Harris es algo que también les ha afectado a ellos. Una encuesta del mes pasado de la Florida International University mostraba que la inmigración es el tercer asunto más importante para este electorado y que el 36% está a favor de las deportaciones masivas que promete Trump y el 40% a favor de levantar el muro con México, la gran promesa incumplida de su primer mandato.«Los latinos están pasando de ser demócratas sólidos a moverse hacia el centro, a ser votantes independientes», explica Craig Allen, experto en comunicación política de la Universidad Estatal de Arizona. «Perciben incertidumbre en los valores que representan ahora mismo los demócratas y se están alejando de la institución del Partido Demócrata».Esto es un problema existencial para los demócratas. El crecimiento demográfico del electorado hispano era su garantía -o, al menos, su esperanza- de futuro. Este martes, 35 millones de hispanos estaban llamados a las urnas, más del doble que en 2000. De los cuatro millones de nuevos votantes en EE.UU. desde las últimas presidenciales, la mitad son hispanos.«Hemos visto que el voto latino decidió la elección», dice Lydia Guzmán, de Chicanos por la Causa, una organización de Phoenix (Arizona) no afiliada a ningún partido y que se esfuerza en llevar a los latinos a las urnas. «Y su cortejo no puede ser traer a nuestros Tigres del Norte a un mitin», dice en referencia al popular grupo de música norteña que actuó al lado de Harris en campaña.Guzmán reconoce que ahora hay una inclinación en algunos sectores a culpabilizar al voto hispano de su derrota. «Esta elección ha mostrado la importancia que puede tener nuestro electorado. Si un partido está a disgusto con lo que ha pasado, lo que tiene que hacer es reflexionar. Somos un electorado con poder, se nos tiene que cortejar, se nos tiene que respetar».