El estupor ya está dando paso a la ira. El Partido Demócrata comienza a buscar culpables, y el grueso de sus líderes y buena parte de sus integrantes parecen tener claro que el primero y principal es el presidente. Perdidas las elecciones, ante la debacle de perder hasta el voto popular, se ha instalado el consenso de que Joe Biden se aferró al poder , incumplió su promesa de ser un presidente de un solo mandato y condenó al partido al destierro en Washington.Lo cierto es que cualquiera podría haberle disputado al presidente las primarias, pero pudo la disciplina de partido, se le dejó ganar hasta que se le vio hundirse en el debate de junio. Aquello propició una insurrección que acabó entregándole a Kamala Harris una campaña para la que no se había ganado un solo voto. También entonces, antes del congreso del partido, podrían los demócratas haber considerado otras opciones que no fueran la vicepresidenta de un gobierno profundamente impopular. Ya hay dedos acusatorios apuntando al Despacho Oval. El diputado Seth Moulton , de Massachusetts, dijo este miércoles lo que muchos piensan, que «hubiera sido mejor si hubiéramos tenido unas primarias, incluso si Harris hubiera sido la eventual ganadora». «Era necesario que el nominado demócrata se distanciara de un presidente impopular, aunque queramos mucho a Joe Biden. Ninguna de esas cosas sucedió», añadió.Noticia Relacionada El nuevo Gobierno republicano estandar Si De Robert F. Kennedy Jr a Elon Musk: los hombres con los que Trump quiere cambiar radicalmente a EE.UU. David Alandete | corresponsal en washingtonHubo mucha ilusión con Harris, mucho concierto con Lady Gaga y Bon Jovi, mucho mensaje de futuro y esperanza, pero ahora todos dicen que sabían que tener a Harris de candidata era un riesgo, que ya intuían, ya adivinaban que aquello podía salir mal.Pero hay algo más profundo que la ira con un Joe Biden hundido en popularidad. El Partido Demócrata busca ahora cuál es su esencia, qué valores lo articulan, qué ha perdido ante un Donald Trump adorado por la clase trabajadora. El senador Bernie Sanders , muy de izquierda, cree que su partido ha perdido el camino, y que para hallarlo debe volver a conectar con la calle, dejarse de sumarse a cualquier causa que las elites académicas consideren que es la nueva batalla cultural. «A nadie debe sorprenderle que un Partido Demócrata que ha abandonado a la clase trabajadora se vea ahora abandonado por esa misma clase trabajadora», dijo.Coalición anti-TrumpEl viejo senador y muchos otros son muy francos ahora: el Partido Demócrata carece de ideas reales, tangibles, transformadoras. Se convirtió simplemente en una coalición anti-Trump en la que cabía lo mismo el icono pop de la izquierda radical, Alexandria Ocasio-Cortez , y Dick Cheney, el arquitecto de la guerra de Irak que hace unos años era criticado y despreciado como un criminal de guerra.Todos, absolutamente todos los grupos demográficos han abandonado en mayor o menor medida al Partido Demócrata. Harris perdió apoyos con respecto a Biden en todos los grupos demográficos: hombres y mujeres; blancos, hispanos y negros; más o menos educados. Tampoco es que haya una autocrítica unánime, unas ansias urgentes por refundar un partido como se hizo a principios del siglo XX, cuando los demócratas pasaron de ser los esclavistas del sur al partido del New Deal y las clases trabajadoras. Por ejemplo, la diputada Verónica Escobar, de Texas, hizo algo muy propio de la izquierda cuando pierde: culpar al votante. «Estoy bastante devastada y preocupada. Existe un peligro real e inminente para la gente aquí. Hay un peligro real por delante para los estadounidenses, incluidos muchos estadounidenses que votaron por Trump».Derrota colosalPuede que los electores hayan votado mal, según esas opiniones, pero la dimensión de su derrota es colosal. Han perdido el voto popular, han perdido la Casa Blanca, han perdido el Senado, no recuperarán la Cámara de Representantes. Entre 2020 y 2024 han perdido 15 millones de votos. No es que Trump mejorara en sus campañas, en esos cuatro años de hecho perdió votos, de 74 a 71 millones, pero Harris se hundió con su partido hasta los 66 millones, cifras similares a las de Hillary Clinton en 2016. Pero el hecho de que el sistema estadounidense sea de dos partidos implica que la coalición demócrata es muy heterogénea. Hay una parte del partido que no quiere arriar la bandera identitaria, que tal malos resultados y tantos disgustos le ha dado a aquel estas elecciones.Por ejemplo, la diputada Pramila Jayapal , de Washington, presidenta del llamado Caucus Progresista del Congreso, muy a la izquierda, dijo tras la derrota que los demócratas no deben ceder ante «los prejuicios y la desinformación». Comparó «la lucha por los derechos de las personas trans con la batalla por el matrimonio igualitario, en la que la opinión pública cambió rápidamente». Y añadió: «Necesitamos dar espacio a los temores de la gente y permitir que conozcan a las personas, yo soy madre orgullosa de una hija que resulta ser trans. Y necesitamos contrarrestar la idea de que mi hija es una amenaza para los hijos de los demás».Harris ha eludido, de momento, la autocrítica. Tras admitir su derrota se encerró en su residencia y no fue ayer a la Casa Blanca. Dejó que la carga de ir absorbiendo culpas cayera sobre su sufrido jefe, que pidió optimismo en un discurso a la nación.