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Internacionales

Manual para debilitar a tu país

La gran pregunta pendiente de la política internacional de Donald Trump sigue siendo el futuro de la relación con China. Hasta su regreso a la Casa Blanca, existía un consenso entre republicanos y demócratas para impedir que la potencia asiática lograse la hegemonía global. En los primeros compases de la nueva administración, nadie sabía lo que podía ocurrir con este asunto central. Los partidarios del aislacionismo como J. D. Vance y otros portavoces del mundo MAGA, le aconsejaban al presidente el repliegue, compatible con aumentar la influencia sobre Panamá y Groenlandia, y reconocer al régimen de Pekín su esfera de influencia. Los halcones buscaban lo contrario. Les preocupaba el precedente de una salida de Ucrania aceptando las tesis del expansionismo ruso y ceder terreno ante una proyección exterior cada vez más agresiva de China.Esta semana las decisiones caprichosas y contradictorias del presidente han provocado un caos arancelario y el deslizamiento hacia una crisis financiera. El resultado ha sido una pérdida de confianza en las letras del tesoro estadounidense y en el dólar, hasta ahora moneda reserva mundial. En poco tiempo, Estados Unidos puede pasar de una situación económica positiva, con baja inflación y desempleo, y la ventaja de liderar desde sus empresas la revolución tecnológica, a una situación de precios altos, recesión e incertidumbre regulatoria. Parecería que China, objeto de un arancel del 145% , sería considerada en adelante como la gran rival, como querían los halcones. Pero con tal de alimentar su propaganda, Trump puede cambiar de opinión en unos minutos y llegar a un acuerdo con Pekín «extraordinario y maravilloso» sin contenido real. En menos de cien días ha dañado seriamente el poder blando de su país, es decir, la admiración hacia sus valores, políticas y cultura, sin el cual ningún imperio sobrevive. Es una autolesión que recuerda a la del Brexit, al entender las interdependencias económicas como vulnerabilidades. En vez de gestionarlas, rompe amarras con sus mercados y castiga a socios y aliados. Sin estos apoyos, Trump no conseguirá sus objetivos internacionales, si es que en algún momento los define con alguna claridad.

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